VII. Pajarillo

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Sacude la cabeza por cuarta vez, queriendo apartar la modorra que no la deja pensar claramente o tan siquiera pensar. Es insufrible. Para empeorar la materia, Sujin está en el palacio ahora. Como si no le bastara con tener a una mujer notoriamente más atractiva que ella para hacer más miserable su estancia en este recorrido llamado vida.

Levanta del banco, casi tropezando por culpa de una raíz en el suelo. Sacude su vestido sin que haya necesidad y continua su trayecto por su jardín privado. El único lugar donde ni siquiera Anatole puede arruinarle la existencia. Posiblemente y junto a Taehyung, de lo poco bueno que le ha dado. Da un bostezo y mira que hay un montón de pájaros cantando.

Se acerca a tres que se encuentran en un árbol enano. Levanta la cabeza, sus pequeños ojos admirando los animales de plumaje café y panza blanca. Estira la mano, silbando y consiguiendo que uno salte a su dedo. Clavando ligeramente sus pequeñas garras.

—Hola. —Saluda torpe con una débil sonrisa en el rostro. Acerca al ave y le da un beso en el pico. El ave se eriza por completo, trinando fuerte y en el brazo de Yoonji, se paran los otros pájaros que estaban en la rama, trinando con fuerza y dando pequeños saltos.

Se sienta en el suelo, acariciando al que se queda en su dedo. Sintiendo su suavidad y disfrutando al tranquilidad con la que aceptan su contacto y cariño. Nunca ha entendido por qué sucede. Por qué los animales tienen este instinto tan poco común de acercarse a un ser humano. No obstante y para quienes han visto el suceso, se vuelve incluso más anómalo.

Pues se trata de la sombría, apagada y cruel reina Yoonji. La simpatía animal llega de seres amables, cariñosos y ella ha demostrado con el tiempo ser de todo menos eso. Así es lo que piensan los demás. Está acostumbrada a que piensen mal de ella. Incluso lo peor.

Y bien, nadie entiende. Nadie lo hará. A nadie le importa

La situación se interrumpe, los tres pájaros salen volando y la dejan sola. Yoonji los mira irse, perdiéndose en el cielo ligeramente nublado. Levanta de su lugar, sin sacudir la falda con algunas hojas adheridas. Incluso en su cabello por la caída que está sucediendo. Es otoño a final de cuentas.

Entra al palacio y anda por el mismo en total silencio. No se topa con ningún sirviente o persona, no obstante, escucha algo. Una especie de entonación o canto. Lo sigue con lentitud y cuidado, siendo constante, armonioso, encantador y cada vez más fuerte. Llegado un punto, se apura, casi ansiosa de encontrar la fuente de aquel sonido que ahora se vuelto un canto.

He ocultado una frágil luz, la resguardé muy fuerte entre mis manos—Yoonji abre un par de puertas, sin llegar a la que guarda a la persona que canta—. Con ella un largo viaje emprendí, en la bismo de este tiempo transcendi...—Se desespera, no la consigue—. Aun cuando tu nombre no me sé, te seguiré buscando y no me dentendré...

Abre finalmente la última opción y consigue lo que busca, echando un poco la cabeza atrás por la escena que consigue.

Este sentir que a mí me motivo. Solo a ti te lo deseo entregar. —canta con ternura, acercando al ave y dándole un beso. Consigue que se erice y salte en el pequeño dedo con anillo plateado. Yoonji se acerca un par de pasos.

Jimin está cantando.

Jimin está sentada en el borde de la ventana, con un libro cerrado, ventana abierta de par en par y pequeñas aves en toda la sala escuchándola, acompañándola en lo que hace. Una especie de enorme y elaborada fantasía que no le cabe en la cabeza. Una mente libre de bruma tal como en la primera cena.

Algo que Jimin le ocasiona. Igual que ese magnetismo increíble e indescriptible. Abre y cierra la boca, queriendo decirle algo, que la note ahí de pie mirándola y escuchándola cantar con voz de ángel.

Queen Ilsig || YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora