XI. La relación que tienen

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—Así que dejaste a tu doncella con uno de los tantos animales que mi marido pone a su servicio. Supongo que no le tienes mucho afecto.

—Es Namjoon-

— ¿Lo conoces? —Jimin guarda silencio—. ¿Sabes si antes de unirse fue un violador? ¿Sabes si está enfermo? ¿Sabes si es uno de los imbéciles que trae prostitutas a mi palacio? No sabes nada—recrimina en ese mismo tono de voz monótono y aburrido con el que te hace sentir genuinamente estúpido hasta por haber nacido—. Confías la vida de una niña de catorce años a un total extraño por un capricho. Que lamentable.

—U-usted confía en él, pen—Traga y toma aire—. Pe-pensé que él era a-alguien de-

—Tú no eres yo. Eres reemplazable, desechable—comunica dándole la espalda—. Él no va a asesinarme, pero si se le ordena, te asesinara. Deja de ser tan estúpida dando cosas por sentado.

Se aleja de ella. Darle las obviedades que ella tuvo que aprender en la práctica es odioso. La saca de quicio lo genuinamente idiota que Jimin llega a ser. Puede comportarse muy madura. Entender la parte teórica de la política. No obstante, en menos de dos minutos la ve totalmente destruida por ella. A veces cree que viene de estar en aislamiento o algo que le ocasiona tal nivel de tranquilidad a la hora de confiar en las personas. En los hombres por sobre todo. Viviendo en un mundo donde ellos hacen lo que quieren indiferentemente a lo demás.

La mayoría es así, los que no se quedan eclipsados por los infelices y ¿Cómo saber quién es quién? Es imposible. Por eso es mejor no confiar en nadie. Así sea un buen conocido o el peor augurio.

Y claro, sabe perfectamente que las mujeres tienen una forma de ser terrible también. Matarse mutuamente, pelear por tonterías, celos, aguantar la vida tan mugrienta que hay por todo aplastándolas... pero dentro de lo que cabe, son igual de miserables y arrastradas por un enemigo que no notan. La situación es patética y concluye que lo mejor es estar sola. Nadie insulta y hiere de frente, nadie ofende y ataca por la espalda. Todo al mismo tiempo y si sobreviviste, en hora buena. De lo contrario, posiblemente ya no quede nada de ti.

~ * * * ~

Taehyung suspira, viendo por la ventana a Hosook cortando los tallos de las flores que va a colocar en la habitación de su princesa. La mujer sonríe divertida por la aparición de una ardilla café que salta alrededor de ella y acaba por treparse el hombro para frotarse contra la mejilla de tono ligeramente moreno. Suspira leve. Hosook es muy linda, no se hace una idea de cómo sería si usará un vestido bonito, un peinado mejor hecho y no tuviera tierra en la cara. Asume que nadie le quitaría la vista de encima. Da una sonrisa leve por notaría dando picos al animal que se acurruca en sus manos con rastros de tierra.

— Tae es injusto que ahora tú te la comas con la mirada más que yo. Me vas a dejar sin comida. —recrimina Sujin dramática. Siendo ella, básicamente. Taehyung ríe por la nariz, enderezándose y dando un par de palmadas al borde de piedra.

—Es que es extraño. Una especie de magnetismo ¿Sabes?

—Se llama: Tener ojos, gustarte las mujeres y querer clavar esto de aquí—Taehyung enrojece por el apretón a su entrepierna—. En eso de ahí. —Señala a Hosook que acaba de cortar las flores y ponerlas en un gran cesto.

—Sujin... —reclama abochornado por las tan amables palabras de su prima.

— ¿Que de malo tiene la realidad? —pregunta con las manos en su cintura estrecha. A más la mira y piensa en Jimin, considera que son hermanas perdidas. No hay otra opción.

La forma de la cara, de los ojos, los labios, incluso en la forma de su cuerpo. Jimin tiene más busto, cierto, pero compiten por ver quién tiene cintura más estrecha. Sujin lleva un vestido abierto de los hombros, mangas desde debajo de este y el corpiño iniciando en cuello de tortuga.

Queen Ilsig || YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora