XXXIII. Anhelos y molestias

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— ¿Mamá no va a cenar con nosotros?

—No quiso salir de la habitación.

Jimin relame sus labios con discreción ¿Por qué Yoonji no querría venir? Omite cualquier comentario. Taehyung es el primero en irse de la mesa. Seguido de él, Sujin, Jimin acaba, pone la servilleta encima y agradece haber comido.

—Jimin.

— ¿Dígame, alteza? —increpa acercándose. El hombre toma uno de los mechones de cabello trenzado. Frunce los labios y aprieta las manos, nerviosa.

— ¿Quieres quedarte aquí?

—Por supuesto, nada me haría más feliz—Sonríe genuina y casi inocente. Sin pensarlo un instante ante una pregunta tan sencilla. El hombre suelta un profundo respiro, levantando de su silla—. Ya lo considero a usted mi familia.

—Creo que lo tienes sabido, pero—Aparta con delicadeza un mechón que se desliza por el rostro de Jimin—. Perdono que hayas ocultado esto. Indudablemente, no hubiera aceptado a alguien como tú para ser mi nuera. Sin embargo—Jimin aprieta un poco los ojos, recibiendo el beso en la frente—. Ya es imposible echarse atrás ¿No es cierto?

Asiente suave, notando que no quiere que hable en lo absoluto. Anatole la abraza, con mucha fuerza y Jimin tiembla ligeramente, notando que las manos de él se afianzan a su espalda y la diestra baja hasta su cadera.

—Tampoco quiero dejarte ir. Quién sabe quién te acogería. Sería penoso ¿Cierto? Que sea alguien lejano a tu altura y lo que mereces—Respira profundo—. Venga, ve a dormir. Mañana quiero que me acompañes a pasear.

—Cla-claro. —balbucea en voz baja.

Recibe muchas caricias en el cabello y eso la hace sentir insegura, tanto que ni siquiera se mueve hasta que él se va. Quedando tambaleante y asfixiada en su lugar.

. . .

— ¿Vas a seguir siendo tan arisca?

Yoonji no le responde, sentada al borde de la ventana y viendo fuera. Aún hay sirvientes yendo de un lado a otro para acabar sus labores del día. Oscurece más por el invierno que sigue sin desear su culminación. Anatole la hace girar la cara, alumbrando de mejor manera como tiene la mitad del rostro morado, un ojo totalmente cerrado por la hinchazón y el labio roto.

Diría que su nariz está algo torcida, pero puede ser cosa de las sombras. Le da un beso a la mejilla y Yoonji lo manotea para apartarlo. No lo quiere cerca, pero él, por algún motivo incomprensible, insiste en intentarlo.

En atraerla y acabar por sacudirla, mermando cualquier fuerza para repelerlo.

—Sabes que no debes avergonzarme. Eres mi esposa. Lo que hiciste estuvo mal—dice Anatole. Como quien habla con un perro. Como ese que no deja de ladrar desde ayer en la noche. Es insoportable—. No me gusta hacerte esto, lo sabes, pero siempre te lo buscas-

—Te está mintiendo. No se lo vuelvas a creer. Está hablando mierda. Pura mierda.

Agust no demora un instante en decir eso, siendo el rostro morado y lleno de pánico de su gemela. Exhibe la muy posible creencia en esas palabras casi dulces de Anatole.

—Y no me dejas más alternativa. Lo único que tienes es tu cara, que es un poco linda—Añade ladeando la cabeza—. Porque siempre pareces una muñequita de porcelana ¿Crees que me gustaría dañar lo único que me gusta de ti?

—No...

—Entonces no me avergüences de nuevo—Cierra la mano en torno al cuello de Yoonji, que no puede respirar—. No te atrevas a hablar de nuevo—Yoonji aprieta las manos en la ropa de Anatole—. No te atrevas a contradecirme de nuevo—Sus piernas tiemblan, amenazando con dejarla caer—. Y no te comportes como una perra odiosa de nuevo ¿Vale? —Yoonji le da tirones. Se está ahogando—. Te pregunté si entendiste. —La sacude suave y Yoonji lloriquea.

Queen Ilsig || YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora