Queen Ilsig || YoonMin

LIV. Impertinencia

— ¡Ah! ¡Hija! ¡Que grande estás! ¡Tenía años sin verte! Ni una carta, una visita ¡Nada!

—Hola mamá.

La respuesta tosca a su madre la hace desilusionar de forma obvia. A veces, no sabe en qué lugar poner a su madre: Una mujer sin corazón ninguno considerando que ni siquiera peleó por evitar que la comprometieran; una sumisa total que se quedó callada; una persona sin alma, pero si el suficiente cinismo para hacer esta clase de escena.

Heredó muchos de sus rasgos, excepto tal vez el sonreír a cada rato para mostrar su aceptación a la situación que vive. Prefiere mantener la expresión de odio e indiferencia profunda antes que fingir alegre conformismo.

—Te mandamos carta por meses y no venias. Empezaba a creer que te habías olvidado de nosotros. —burla el padre de Yoonji, esta inclina un poco la cabeza.

—Ustedes se olvidaron de mí. Poco me importa lo que sea que les esté pasando. Vine para que dejaran de enviar cartas. —excusa, oculta el hecho de que una de sus hermanas también escribió en la carta con el fin de contarle algo importante.

—Yoonji-

— ¿Y bien? ¿Qué sucede ahora? —cuestiona avanzando y dejándolos atrás. Hace que ellos deban perseguirla. Después de todo, lloraron por su ayuda y deben seguirlo haciendo—. No vi nada ardiendo.

—No, pero ¡Podría hacerlo! —afirma el hombre. Intenta seguirle el paso a su hija, pero es casi imposible para él—. Soy un hombre viejo y no hay nadie que tome mi lugar. Por eso te pedí venir—Yoonji se detiene y frunce el entrecejo—. Necesito que, de la forma en que sea, tengas otro hijo. Un varón y así sea mi heredero.

— ¿Suga y Gleam tienen tantas telarañas en la vagina que no pueden parirte un heredero? —gruñe fastidiada ¿Por qué siempre debe hacerlo todo ella? —. Si solo ese es el problema, me voy. —advierte Yoonji. Agust niega con la cabeza igual de incrédula a que su padre tenga tal descaro.

Por no decir que tiene dos hijas sanas y perfectamente calificadas para gobernar ¿Y no son herederas? Porque no son hombres.

—Nuestros vecinos nos han amenazado con exterminarnos a los cuatro—Empieza a decir su madre. Mujer con el cabello lleno de canas grises y algunos mechones negros—. Han llegado multitud de ofertas de matrimonio, pero tus hermanas no han querido tomar ninguna. Ni una sola opción.

—No son estúpidas, no quieren acabar igual que tú, mamá. —bufa Agust, que rueda los ojos.

—Por lo que solo las tenemos aquí sin hacer nada y haciéndonos peligrar. Si contrajeran matrimonio el problema se arregla-

—No, no lo haría ¿Eres así de estúpida? —reclama saber. A veces, es como si su mamá es demasiado crédula, como si le lavaron el cerebro y no sabe lo más básico—. Lo único que pasara es que los reinos rechazados van a atacar de todos modos, justificándose en la ofensa que significa no haber sido elegidos.

—pe-pero el elegido será un-

—Calla, no dices más que tonterías—calla el hombre mayor—. Urge que haya un heredero con nuestra sangre. Alguien que pueda tomar mi lugar incluso si es a corta edad. Debes remediarlo o convencer a tus hermanas de remediarlo.

Yoonji siente dolor de cabeza. Es demasiada estupidez junta y no la soporta. Llega a sentir ¿Pena? Por su madre. La forma en que retrocedió por la orden. Se pregunta si se ve así con Anatole. Haber caído en ser lo que más aborrece e irrita es tan irónico.

. . .

— ¡Hermana!

Yoonji entra en el estudio donde le indicaron que están sus dos hermanas menores. Por un lado, está Suga: Cabello largo color rubio cenizo, ojos pequeños, un lunar debajo del ojo derecho; mejillas muy delgadas y cuerpo similar. Luego está Gleam, cabello negro y corto apenas sujeto, ojos color miel y labios un poco más gruesos.