Queen Ilsig || YoonMin

II. Prometida Rosa

Es una niña linda. Más de lo que se podría esperar de alguien como él rey que la presenta. Se atreve a decir que es una infidelidad. Es lo más factible, atacante y obvio en este momento. Bajita, la piel pálida y marfilada. Llama la atención como sus labios y su cabello son del mismo color: Rosa. Un perfecto color pastel. El vestido blanco tan ajustado que le da una pronunciada forma de reloj de arena a su cuerpo. Complicando su respiración de manera muy clara.

— ¿Edad?

—Cumplí dieciséis hace dos meses.

— ¿Que hija eres?

—La menor.

— ¿Tu madre?

—Reina.

Yoonji tamborilea suavemente los dedos. Sus ojos indiferentes y fríos clavados en la contraria. Continúa luciendo una expresión amable y cordial. Diría que es la primera que aún no se pone nerviosa o se le escapa alguna tontería.

— ¿Por qué tienes el cabello rosado?

—Soy rubia de forma muy pálida y resulta más bonito usar colores distintos para cambiarlo. —Yoonji frunce las cejas. Nadie dice ser albino, eso es sinónimo de cuerpo débil. Haberlo disimulado con "palidez" resulta una tierna vuelta para evitar rechazo.

— ¿Qué harás siendo reina? ¿Mandar mi reino a la mierda por alguna estupidez? —Levanta de su asiento—. ¿O dárselo a tu papá ya que finalmente está diciendo que tiene una niña menor de la que nunca hablo? —recrimina. Hay ocho varones en esa familia. Tres o cuatro bastardos si no recuerda mal. Nunca supo de una niña y dado no tiene nada mejor que hacer, saberse los árboles familiares entra en sus deberes. Esta niña no existía hasta ahora.

—El reino no sería mío, sino de mi esposo en el dado caso de que me acepten como prometida—Yoonji baja algunos escalones—. La alianza que decida o no tener con mi familia es algo que debo aceptar indiferentemente a mi sangre.

— ¿Y qué harás si hay un ataque aquí? Qué harías si tú estás aquí sola y tu esposo se llevó a más de la mitad de la guardia con él.

—Espero a que regrese. Entreteniendo a quien intenta conquistarnos, sea ofreciendo una alianza o que... ¿Pasa algo malo, su majestad?

El tartamudeo llega únicamente por la anormal cercanía. Yoonji la revisa de cerca. Hay algo raro en ella. Tiene la sensación de una anomalía viniendo directamente de ella. Ocasiona silencio en la sala. Jimin aprieta los labios, inclinada hacia atrás con Yoonji a poco de hacer contacto. Suelta un suave resoplido, marcando distancia. El rey se quita la mano de la cara, asumiendo que ya viene la respuesta de siempre. Más que una esposa, tiene la sensación de que tiene a un rottweiler. Yoonji levanta el mentón de Jimin.

— ¿Tú de verdad te quieres casar o te obligaron a venir aquí?

Jimin no responde. Yoonji se aparta, alejando uno de los mechones de su rostro.

—Que sea está. No creo que nos llegue algo mejor.

—En efecto y estoy seguro de que será capaz de complacer bien a mí hijo. —Por primera vez en todos los años de matrimonio, Yoonji recibe una la aceptación de su esposo en una decisión.

Sabe por qué es así. Es fácil de notar por la forma en que mira a la cría que podría ser su nieta. No su hija, nieta. En su momento, fue la misma mirada que la dirigió. Frunce la expresión y se retira sin decir nada más.

Jimin sonríe con emoción y alivio al igual que sus dos damas de compañía. Taehyung se lleva una mano al pecho. Entre sorprendido y aliviado de lo que acaba de pasar. Es extraño, porque su madre suele afincarse en la candidata, bombardear con miles de preguntas, situaciones hipotéticas, interrumpir cada vez que hay un tartamudeo o flaqueo de su parte; caer encima de la persona que la trajo para empezar y como la está haciendo perder el tiempo con estupideces.