LXX. Reinas de eclipse

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Que todo se haga trivial es extraño.

Que todo sea paz es extraño.

Que todo sea lo que quiere es extraño.

Días tranquilos, días de darle importancia a pequeñeces. Atender asuntos reales, comer banquetes, jugar con las mascotas, enviar cartas a parientes o amistades y tranquilidad. Pues hay tranquilidad. A veces se despierta con el miedo de que no sea real.

Que esto sea un simple y bello sueño creado por su mente angustiada de algo así. De tener una vida tan maravillosa. Por el contrario, es como si aquel mal vivir fue el sueño todo el tiempo. Una pesadilla que ya terminó.

Tiene que ser sería, pero no todo el tiempo.

Tiene que ser dura, pero no todo el tiempo.

Tiene que fingir desinterés, pero no todo el tiempo.

Yoonji teme acostumbrarse a esta vida. Acostumbrarse a esta forma de vivir pacífica, bella y feliz... Porque puede derrumbarse en un segundo. Cuando sea más feliz. Abre los ojos, hallando prendas de vestir tiradas en el piso. Vestido negro, vestido azul y vestido gris. Gira la cabeza, encontrando a Jimin dormida a un lado suyo. Queda de frente a ella. La ve dormir. La forma en que su pecho sube y baja a un ritmo perezoso. Desnuda y descubierta, la sábana usada por las tres que ocupan la cama. Yoonji delinea con cuidado el cuerpo pálido.

Sus labios rosados y gordos; el cuello elegante; la cabellera blanca extendida en la cama y almohada. Hace un patrón por las marcas que tiene, la ansiedad de apretar los senos respingones y redondos.

Se mueve lento hacia ella, toma uno con la mano y en el otro desliza los labios. Dando besos adormilado y ansiosos. Jimin se remueve un poco. Yoonji recuerda que antes no era así. Que surgió esa reacción desde que regresaron. Porque ya no tiene manos suaves. Se volvieron ásperas y toscas.

La meditación a que no va a ser igual que antes. Porque ella antes no sabía pelear. No sabía defenderse cuerpo a cuerpo, no sabía tantas cosas. Y no sabe sí la hace feliz saberlas.

Jimin gime entre sueños y Yoonji sube a ella. La acaricia, la presiona con cariño. Detenida por escuchar su corazón aún relajado dentro de su pecho. La sensación de que puede tenerlo en su mano.

— ¿Otra vez dormiste mal? —No responde a Agust—. Yo también tuve mal dormir... —murmura—. Soñé que estaba muerta... Y...

Se guarda lo siguiente. Levanta medio torso de la cama. Su torso vestido por la cabellera rubia larga y maravillosa. Yoonji nunca ha entendido que ve Agust en Jimin. Es una curiosidad la acecha. Después fe todo, ella misma dijo estarla viendo siempre ¿Por qué? Ser bonita no puede ser lo único.

—Estaba tan oscuro.

Yoonji reanuda lo que hace, baja por el abdomen de Jimin, besa el vientre plano y firme. Marcas de tinta roja luciendo ahí, evidencia de en donde quedó el maquillaje de ambas gemelas. Introduce su cabeza entre sus piernas y las acaricia superficialmente. Jimin frunce la expresión y se remueve hasta abrir los ojos. Un gemido lánguido y torpe que escapa. Retiene el resto en su garganta por mirar a Yoonji. La vagina de Jimin sigue húmeda; Yoongi la lame, jadeando y suspirando. Su lengua en la cavidad que se contrae una y otra vez. Sus dientes en constante roce al clítoris. La cabeza de Yoonji apretada por los muslos ajenos.

Gira la cabeza, encontrando el miembro semi erecto de Agust. Abre la boca y la virilidad se desliza. Lo presiona con su paladar apenas un poco, percibe como se endurece con el paso del desliz dentro y fuera. Su grosor, longitud y textura tan reconocida por sus manos, boca y partes bajas.

Agust se mueve con pereza, excitada, pero no lo suficientemente despierta como para su usual rapidez. Es posible oír el gemido agudo. Yoonji se aleja, su mentón húmedo y exceso del orgasmo femenino. Últimamente lo hace bastante y la avergüenza un poco. Jimin se recuesta de lado, Yoonji frente a ella y Agust detrás.

Queen Ilsig || YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora