LXVII. Idas y venidas

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—Era inevitable

—Sí, supongo que sí.

—Nuestra expectativa es que no dure demasiado. De todos modos, nos turnaremos para venir.

—Ummm...

— ¿Te asusta que nos maten? —burla Agust. Lleva un traje de pantalón y cola larga. Estirada en su asiento con postura confiada y llena de tranquilidad. Jimin frunce los labios.

Agust la observa de reojo. El vestido invernal color azul satinado, pequeñas perlas tejidas a lo largo del busto y abdomen. La falda amplia con pliegos que le dan volumen y la pelusa decorativa en el pecho. Presionada en los senos grandes que se muestran casi exageradamente. Mangas largas, aberturas anchas y elegantes.

El peinado semi suelto con el que hay demasiado cabello trenzado a lo largo de ella.

—Ustedes no son guerreras. No experimentadas. Es natural que me asusté que pretendan comandar un ejército de la noche a la mañana. —Agust mofa, toma la copa de oro en la mesa y bebé el contenido.

A pesar de la obvia feminidad en ella, los sirvientes y Jimin también, tienen complicado no notar lo masculina que es. Sus posturas, comportamiento y presencia resultan muy fuerte, caso intimidante. Usa vestidos muy habitualmente, pero aún con ellos da esa impresión. Algo vibrante y caliente. Propio del sol en sí mismo.

Su cabello rubio lacio cayendo por un costado de su rostro y sobre el hombro. El busto pequeño exhibido por la abertura larga e indiscreta del traje.

—La teoría la sabemos demasiado bien. Nada enseña de la guerra como la guerra misma. Ganaremos. —afirma confiada dejando la copa—. Lo que haga la nerviosa de mi hermana después será su problema. Habré cumplido con ayudarla.

—Eres bastante preocupada por ellas después de todo.

—Son mi familia.

—Tierno.

—Además, amé tanto la expresión de papá. El muy infeliz casi se desmaya por verme. —Jimin niega con la cabeza. Agust es retorcida.

Muy retorcida.

Quizá es el problema de ser el sol.

Sin un balance, sin una luna, sin duda sería una reina desquiciada.

— ¿Cuánto tiempo tardamos? ¿Cuatro meses?

—Fueron cinco. —Corrige Jimin.

—Ummm... Con razón me están matando las ganas de cogerte.

—Agust.

La rubia hace una señal a los sirvientes para que se retiren y las dejen solas. Levanta de su asiento y se estampa contra Jimin. Por inercia abre las piernas a ella, que se introduce y acaricia los muslos. Agust es mil veces más directa que Yoonji. Más ¿Sincera? En lo que quiere o no quiere. Si tiene sed lo dice, si está incómoda lo dice, si alguien le cae mal lo dice. Y como no falta, si quiere tener sexo lo dice. Tampoco se omite comentarios entre medio:

— Estás muy mojada ya ¿Te emociona tanto verme?

Frota su entrepierna, la tela de su ropa se humedece. Jimin gime en vos baja y queda. El rostro albino enrojecido y lleno ansia. Agust abre su pantalón, bajándolo un poco y sostener su virilidad. Ella tiene vagina, una abertura mucho más pequeña. Tras una revisión, el doctor que lo hizo concluyó que es un clítoris demasiado grande. Al mismo tiempo que tiene los testículos escondidos.

Una especie de hermafrodita. A Agust le da igual. Disfruta de los órganos sexuales que tiene sin pensarlo.

Jimin inhala y exhala ansiosa. A pesar de la explicación, es un pene bastante grande y bien definido. De falo grueso y lleno de venas. Aprieta las manos en el espaldar de su asiento, la virilidad se introduce lentamente en su vagina. Suelta un gemido lánguido cuando está dentro. Agust se aparta el cabello con una mano.

Queen Ilsig || YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora