XIII. Ser y a la vez no

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—Cuando será el momento en que dejes de permitirlo...

Yoonji mira sus manos. Las enormes manchas negras que se difuminan a más suben por sus brazos. Sus pies en el mismo estado; su pecho ennegrecido de la misma forma. Respira profundo, sin comprender qué es aquello que le habla con una voz igual a la suya. Cruza los brazos en su pecho para cubrirlo, las piernas juntas y recogidas hacia ella misma en el espacio tan sombrío. Da un respiro que ocasiona una nube de vaho. El eco de la misma pregunta la atormenta.

— ¿Permitir qué?

—Que te trate como basura. Como un trozo de mierda que no vale nada.

—No sé de qué hablas.

Inclina la cabeza hacia adelante. El suelo siendo una amplia y líquida superficie de agua en la que puede ver su reflejo. Los mechones negros de cabello liso se resbalan por sus hombros y generan amplias ondas al contacto. El resto de la cortina oscura de cabellera cubre su espalda. Cuando el agua deja de tener movimiento, es posible ver qué hay alguien más reflejada. Una mujer de cabello rubio, expresión impasible y que Yoonji permanece mirando desde el efecto espejo en lugar de frente a ella. Donde se encuentra.

Los pies de manchas doradas como sus manos, pecho y entrepierna. La larga melena que ondea suave, propio de quién se encuentra bajo el agua. Yoonji se queda viendo desde su lugar, sin decir nada.

—Hasta cuándo vas a permitir que te trate de esa manera. —Exige saber con voz imponente.

—No sé de qué hablas. —Repite en un hilo de voz.

—Al puerco que tiene por esposo. Quien te mantiene así de inútil. Quien te derriba. Quien se burla de ti. Quien no te deja vivir. De él hablo. —explica, Yoonji baja la mirada, observando el reflejo dorado tan diferente a ella. Abre y cierra la boca sin parar.

¿Por qué lucen iguales? ¿Quién es ella? Respira profundo y vuelve a levantar la cabeza, teniéndola más cerca y acuclillada a pocos centímetros de distancia.

—Cuándo será el día en que decidas hacer lo que tienes que hacer—increpa llevando la mano a la mejilla de Yoonji. La caricia por esa piel brillante como el oro genuino, así como suave como un almohadón de plumas—. Cuándo será el día en que decidas dejar de dormir.

—Dormir...

—No haces otra cosa.

—Eso no es cierto—musita desviando la mirada—. No duermo... hay... hay algo más... hay...

Un sonido.

Una vibración.

Una ¿Luz?

—si no despiertas, eso se irá y yo no podré ayudarte a impedirlo.

—Ayu... dame...

Exhala, con burbujas de aire escapando de su rostro. La expresión de la rubia que cambia de indiferencia a genuino pánico. El cabello negro que ahora se mueve, Yoonji sintiéndose bajo el agua, totalmente ahogada y eso que genera vibración en el agua, eso que está ahí moviéndose en la superficie de todo.

¿Qué es?

No puede verlo, brilla demasiado. Es un brillo blanco y-

— ¡DESPIERTA YA!

Toma un profundo respiro, sobresaltada en su asiento e intentando recomponerse de aquel susto tan tremendo. Ve alrededor. Encontrándose en uno de los jardines con capilla. Un par de libros en la pequeña mesa a su derecha, una manta sobre sus piernas; cojín bajo su cabeza en el sofá que ocupa y la silla de en frente vacía.

Ladridos la irritan, parpadea continúa, levantándose llena de aturdimiento. Camina un poco, encontrando con prontitud lo que ocasiona el ruido. Jimin jugando con un lobo. El mismo que ayudaron hace alrededor de un mes. El animal sacando la lengua y esperando que la chica le acaricie la cabeza de nuevo.

—Oh, lo siento ¿La desperté? —el lobo levanta las orejas y Jimin se acerca a Yoonji—. Intenté tomar distancia para que no-

— ¿Me dormí?

—Sí, de repente. Me sorprendió un poco—admite Jimin juntando las manos—, pero la he visto tan ojerosa y mareada que decidí dejarla descansar un rato—Yoonji ve atrás un instante. La cobija y el cojín que demuestran el arreglo de Jimin para que continuara su descanso—. ¿Se siente bien? Puedo buscar al doctor para usted y-

—Estoy bien—Interrumpe tosca—. Solo... tengo migrañas, es todo—excusa tosiendo leve, bajando los escalones de la capilla—. Iré a mí habitación para-

Jimin la atrapa antes de qué se caiga, haciendo un esfuerzo por mantenerla de pie. Yoonji se la queda mirando un instante. Los ojos azules tan penetrantes y brillantes. Exhala, entrecerrando sus ojos dorados y atacantes.

—Se ve un poco enferma, alteza—musita preocupada—. Quede aquí iré a traer a alguien para-

—No, no, quédate... aquí y ya... ya se pasará.

Bajan hasta estar sentadas en el cielo. Yoonji se recuesta de Jimin, quien la acaricia en la espalda con delicadeza con el fin de aliviarla. Yoonji respira con fuerza y profundidad. Pensando en su sueño. En ese espacio. En la mujer rubia y recordando lentamente de quién se trata. La única explicación posible. No obstante, queda en duda ¿Qué fue aquel destello blanco? Que es aquello que la está haciendo temblar.

—Dicen que los perros ayudan a sentirse mejor. —dice Jimin risueña. El lobo echándose en las piernas de Yoonji. Sus enormes ojos azules que se la quedan mirando.

—Estoy tanto tiempo dormida... que despertar me está enfermando... me siento tan mal. —murmura sin esperar que Jimin la haya oído. La chica la abraza con ligera fuerza.

—Entonces deje de encerrarse tanto tiempo en su habitación, deje de estar en lugares que la hagan sentir mal y- ¡Uh! ¡Justo a tiempo!

Yoonji suspira. Algunas nubes que se alejaron y dejan paso de la luz solar. Jimin nota que ella extiende la mano y juega con la luz. Hasta el punto en que parece controlar por completo la forma en que se refleja o que justo donde ella toca aquel rayo, sea más intenso.

Hasta que finalmente su mano entera empieza a llenarse de brillo, una especie de absorción. El rayo de luz que filtraba por las ramas del árbol desaparece, siendo jalado por la mujer. Convertido en un largo cordón brillante y dorado.

— ¿Cómo hizo...?

— ¡Mamá!

Taehyung llega apurado, siendo que algunos sirvientes murmuraban que la reina estaba desmayada en un jardín. El príncipe consigue levantar a su madre en brazos y llevarla al palacio. Jimin toma el largo cordón y lo siente caliente. Una especie de metal recién fundido.

— ¿Eh?

Sintió una especie de roce en la espalda. Estando medio descubierta y su cabello atado en un moño alto, es imposible haber sentido cabello. Sin mencionar que el lobo parece estar persiguiendo algo con la mirada. Se pone de pie y continúa mirando el extraño cordón. Concluye en dárselo cuando esté mejor.

— ¿Te quieres quedar conmigo? — pregunta agachada y el animal estornuda, moviéndose inquieto—. Tengo que pedir permiso primero, peeeero—Pone un dedo frente a sus labios—. Hasta conseguirlo, haré que te traigan de comer ¿Si chiquito? —El lobo ladra, sacando la lengua y una aparente sonrisa—. ¡Bien! Sé un niño bueno y quédate en todo este lugar hasta entonces.

Va a tomar su libro y continúa pensando en la reina. La ha visto tan mal que la asusta que pueda pasarle algo. Hace una cuenta del día y fecha es, acabando en una absoluta frustración.

—Es en dos semanas. — murmura apretando el libro en sus dedos. Suspira decepcionada y entra al palacio. Sin notar que ha habido un buen rato de alguien observando todo lo que hace y dice. Incluso persiguiéndola hasta que llega a su habitación y se cierra en la misma.

Unvigilante en la penumbra.

Queen Ilsig || YoonMinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora