Epílogo

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Jhoni

Es sábado y Artex, la discoteca más exclusiva de Bayamo, está a su máxima capacidad. Hemos llegado hace una hora y ya llevamos varios tragos. La temperatura es agradable, la música no ha parado de sonar y la pista de baile está llena. Javier ha venido con nosotros, se va en dos días y le apetecía salir. Malena se ha encargado de recordarme nuestra salida durante toda la semana y yo he tenido que arrastrar a Samantha para que venga con nosotros. Se ha pasado su semana libre con el ánimo desplomado, hablando con Zabdiel por Whatsapp; admito que he llegado a sentir celos, pero estoy feliz porque sé que hablar con él la hace sentir mejor.

<<Es una verdadera jodienda mental.>>

Hansel y el nuevo novio de Malena, un chico alto, ancho de hombros, de pelo claro y rizado, y ojos perversamente brillantes, nos traen un Cuba Libre a cada uno. Mientras me bebo el quinto trago, observo a Javier hablar con Sami, a la suave luz de las velas que hay en unos portavelas de cristal sobre la mesa baja que ocupamos. Nos hemos encontrado a un compañero suyo del Instituto Superior de Diseño de La Habana y el chico se ha vuelto loco con Samantha. Solo tiene ojos para ella, que se ha puesto un vestido negro de seda con la espalda descubierta y zapatos de tacón alto, lleva el pelo suelto y algunos mechones rizados le caen con gracia alrededor de la cara.

<<Está preciosa, como siempre.>>

No oigo lo que le dice, pero como era de esperar, niega con la cabeza cuando Javier le habla del muchacho.

<<Lo veía venir.>>

Su corazón y su mente están a cientos de kilómetros de aquí, en algún estudio de grabación de los Ángeles.

-¿Otro Cuba Libre? -Le grito a Hansel.

Mi amor niega con la cabeza y me sonríe, señalando su vaso que todavía está por la mitad. Donde estamos, las luces son tenues, las paredes negras y los muebles de suave terciopelo rojo oscuro. Me levanto de nuestra mesa, ubicada en uno de los reservados, y conduzco a Samantha conmigo hasta la gran barra con forma de U que está en el centro de los reservados. El suelo y las paredes vibran por la música que llega desde la pista de baile que hay detrás de la barra y las luces giran y parpadean. Doy un pequeño sorbo a mi nuevo trago.

-¿No vas a querer nada?

-Estoy bien así. -Me asegura mientras niega con la cabeza.

<<¡Pero si apenas se ha tomado dos tragos!>>

Chasqueo la lengua y cuando se recoge un rizo de pelo detrás de la oreja, veo que lleva la pulsera de oro blanco que le ha regalado el cantante; no se la ha quitado en toda la semana. Le agarro la mano para admirarla de cerca por enésima vez.

-¡Es preciosa, Sami!

-Sí. -Dice en un tono melancólico.

Tuerce los labios hacia arriba y consigue algo parecido a una sonrisa. Probablemente sea la primera vez que sonríe en toda la semana.

-Sami, no puedes seguir con esto. Hace mucho no te veía así.

-No... es que... Lo sé. -Acepta con la mirada vacía.

-Te prometió que volvería y tú le prometiste que lo esperarías, ¿no es así? -Asiente con la cabeza y yo sigo. -Pues quédate con eso y con los momentos lindos que pasaron juntos. No han perdido el contacto y eso es lo más importante ahora. Él te quiere Sami, como mismo lo quieres tú a él.

Mi amiga me mira fijamente y algo cambia en su expresión. Suspira y con menos trabajo que antes, sonríe.

-Me ha dicho que están trabajando en una nueva canción y han pospuesto las vacaciones para dentro de un mes, pero volverán a Bayamo.

-Pues entonces, otra Piña Colada, y ¡a bailar!

Los dos nos reímos, chocamos las copas y bebemos.

-¡Venga, vamos! -Dice con mejor ánimo.

<<Puedo sentir su cambio de energía y es un placer compartirlo con ella.>>

Seguimos bebiendo sin parar mientras regresamos a la mesa. Malena y su acompañante han desaparecido. Toco el brazo de Hansel, me inclino hacia él y le grito al oído:

-¿Vamos a bailar?

Se pasa la mano por el pelo rebelde -me encanta que haga eso- y levantándose de la silla, nos dice:

-Sííí. -Bajo las luces de colores veo su sonrisa divertida y sexi.

Nos coge de la mano a Samantha y a mí, después de susurrarle algo a Javier, que prefiere quedarse en la mesa bebiéndose su trago, y nos lleva a través de la multitud de gente que baila hasta el otro extremo de la pista donde encontramos a Malena y a su novio. El chico se ríe, tira de ella y la arrastra hasta sus brazos, donde nuestra amiga parece estar encantada de la vida. Hay una mezcla ecléctica de gente, mayores y jóvenes por igual, bailando para consumir la noche. La música, un ritmo tecno con el sonido repetitivo de un bajo, retumba a todo volumen fuera y dentro de mi cabeza.

<<Ufff, necesitaba esto.>>

Los focos giran al ritmo de la música creando extrañas luces y sombras de colores por toda la discoteca y sobre los clientes; mis amigos pasan del verde al azul, el blanco y el rojo demoniaco. Abrazo a Sami.

-No sabes cuánto me alegra que vuelvas a ser tú. -Le grito por encima de la música.

Ella sonriéndome, empieza a bailar el pegadizo ritmo, y yo, pegándome a Hansel, cierro los ojos y me rindo a él.

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Hazme Tuya (CNCO Hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora