Capítulo 6 (I)

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Zabdiel

Golpeo la puerta de la suite con los nudillos, después de haber hablado con mis padres más del tiempo que era estrictamente necesario, y espero. Cuando la puerta se abre me encuentro con una alucinación: Samantha lleva puesta una babydoll del color de su piel, casi transparente, que deja ver el tanga a juego a través del ligero tejido. Esa visión basta para hacer perder la razón a cualquiera. La tela cae sobre todas sus curvas y marca cada movimiento de su piel perfecta; nunca he visto nada más sexi. Se ha dejado el pelo suelto, una melena abundante y lustrosa que le llega a la cintura y que ya está completamente seca.

<<Es una criatura bella y sensual.>>

Cruzo la puerta detrás de ella, después de que me dedica una sonrisa... ¿cómo? ¿Turbada? ¿Cohibida? Cuando se da la vuelta me fijo en que la corta camisola apenas puede cubrir su precioso culo y me pongo como una piedra enseguida.

-Voy a ducharme, asumo que tú ya lo has hecho. -Le digo, ignorando mi excitación y cambiando de postura para dejar espacio a mi creciente erección... y para disimularla.

Nos miramos a los ojos al tiempo que ella asiente; prácticamente estoy babeando al ver cómo se muerde el labio.

<<Es de lo más adorable.>>

Cuesta resistirse y me concedo permiso para tocarla y recorrer el perfil de su mejilla con el dedo pulgar. Se queda sin respiración cuando acaricio su suave labio inferior, y estoy seguro de que su repentina timidez se debe a la atmósfera, cargada de eléctrica y excitante anticipación, que hay ahora entre nosotros.

-Vuelvo enseguida. -Murmuro.

Ya en el cuarto de baño respiro hondo, me quito la ropa y entro en la ducha. Me apetece tocarme, pero ese temor familiar a que me descubran y luego lo cuenten, me disuade.

<<Viejos hábitos.>>

Mientras el agua cae en cascada sobre mi cabeza, reflexiono sobre mi noche. Está ahí, en mi cama, y no quiere dormir separada de mí. He notado la forma en que contenía la respiración y cómo me ha seguido con la mirada por toda la habitación.

<<¿Estará tan excitada como yo?>>

La sola idea me pone cachondo.

<<A ver qué tal nos va el resto de la noche.>>

Me aclaro el jabón y permanezco bajo el chorro de agua caliente mientras me preparo para el siguiente asalto con Samantha. Cierro el grifo, salgo de la ducha y cojo una toalla. Tras un rápido vistazo en el espejo empañado, me lavo los dientes a toda prisa. Cuando abro la puerta del cuarto de baño, ella está entretenida con su móvil, sentada en el centro de la cama, con sus largas piernas cruzadas. La verdad es que tiene unas piernas fantásticas.

<<¡Qué placer contemplarla!>>

Lleva puestos los auriculares mientras tamborilea con los dedos en su muslo de manera ausente, al compás de un ritmo que solo oye ella. La observo unos instantes sin moverme del sitio, y al cabo de un momento, termino de secarme y me visto rápidamente.

<<No te quedes ahí plantado comiéndotela con los ojos, Zabdisus.>>

De pronto, Sami da un respingo, sorprendida ante mi presencia, mientras yo rebusco una camiseta negra y me la paso por la cabeza. Se quita los auriculares de un tirón y el ruido amortiguado de la música llena el silencio que se ha instalado entre nosotros. Me recorre el cuerpo con los ojos muy abiertos y aire aturdido, y eso hace que me sienta incómodo.

<<¿Puede leerme el pensamiento? ¿O sólo está contemplándome?>>

El aire entre los dos prácticamente desprende chispas.

-¿Qué escuchabas? -Le pregunto para intentar romper el hielo, aunque la charla insustancial no es uno de mis fuertes.

Sami posa la mirada en su iPhone, como si lo viera por primera vez. Sigue cortándose, pero no la culpo, porque a mí también me afecta la exquisita electricidad que invade el espacio.

-Me gustaría saber qué tipo de música escuchas. -Añado, intentando parecer sereno y tranquilo, aunque ahora mismo estoy muy lejos de sentirme así.

-Removiendo el piso, de Omi. -Contesta, mientras se estira para colocar el teléfono en la mesita de noche.

-¿Es un cantante cubano?

Asiente y justo cuando voy a sentarme en el borde de la cama, se abalanza sobre mí, poniendo fin a los centímetros que nos separan, para quedar de rodillas en el colchón. Consigo agarrarla por la cintura antes de que aterricemos en el piso los dos y nos besamos con dureza. Mi lengua explora su boca y la reclama; ella pega su cuerpo al mío y me besa con el mismo deseo.

<<Por Dios, Sami, ¿qué me estás haciendo?>>

Se retuerce en busca de más y entonces me detengo y la miro fijamente.

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Hazme Tuya (CNCO Hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora