Capítulo 8 (IX)

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Se vuelve para mirarme y suspira resignado; las palabras salen a trompicones de su boca:

-El promotor de nuestro próximo concierto cambió varias cláusulas del contrato que firmamos. -Mi cara se descompone al escucharlo. -Dentro de los términos modificados están las fechas. Es por eso que... tenemos que volver antes de lo previsto.

Asiento, mientras intento procesar toda la información. Durante unos segundos, Zabdiel me observa y con delicadeza, pasa su mano por el óvalo de mi cara mientras susurra:

-Eres preciosa, nena. No sabes lo feliz que me ha hecho conocerte.

Pestañeo, absorbiendo sus palabras, me acerco a él y lo beso, porque no logro articular sonido. Cuando consigo despegar la lengua del paladar, le pregunto en un hilo de voz:

-¿Cuándo te vas?

-Hoy, a las 10:00 de la noche.

Se me cae el alma al suelo. Mi boricua acaba de decirme que se va dentro de unas horas y yo no consigo reaccionar. Mi corazón bombea muy fuerte la sangre helada que circula por mis venas y apenas puedo respirar. Sólo puedo mirar a Zabdiel, al hombre que quiero, aunque sea demasiado pronto para admitírmelo, sin ser capaz de decir ni una palabra.

-Pero... ¿cómo? -Me fallan las palabras y la voz quebrada me traiciona.

Mis lágrimas se desbordan silenciosamente. Intento contenerlas pero, han comenzado a salir una tras otra de mis ojos y apenas las puedo controlar. Zabdiel me consuela, me abraza y besa mis mejillas húmedas.

-Nena, no podemos incumplir las nuevas cláusulas, tendríamos serios problemas legales.

Escucho su voz suave, pero emocionada, y cuando vuelvo a mirarlo, niega con la cabeza y por primera vez, lo veo llorar. Verlo así me parte el corazón. Se tapa los ojos con sus manos y llora como un niño.

<<Oh, no.>>

-Te voy a echar mucho de menos, Sami.

-Y yo a ti, Zabdiel. -Respondo sin aire en los pulmones. -Pero estoy segura de que nos volveremos a ver pronto.

Mi boricua emocionado, murmura:

-Yo también lo estoy.

Con ganas de llorar como una magdalena, le quito las manos de los ojos y le seco las lágrimas.

-Mejor dejamos las emociones para más tarde, ¿sí? Ahora bésame, por favor.

Las lágrimas brotan de nuevo por mis ojos, pero sonrío. Él sonríe, me abraza y me besa. Seguimos así unos minutos más, horas, a saber; creo que me quedo traspuesta entre sus brazos.

-Me gustaría enseñarte algo. -Dice de pronto, e inclinándose hacia delante, me besa con suavidad en la frente. -¿Estás bien? -Pregunta en voz baja.

-Estoy bien. -Susurro con voz ronca.

Sonríe y se levanta de la cama. Yo me tumbo boca abajo y admiro las vistas.

<<Mmm. Delicioso>>

Chasqueo los labios admirada y él sonríe satisfecho. Le veo deambular con elegancia mientras se pone el bóxer y luego sale del dormitorio. Me incorporo con dificultad y rebusco una sábana para cubrirme un poco. Estoy mirándome los dedos cuando vuelve a entrar con su guitarra en la mano. Lo miro a los ojos y su expresión es tranquila, serena. Se sienta a mi lado y se acomoda con el instrumento. Nuestras miradas se conectan por unos segundos, y luego él, con los dedos sobre las cuerdas, empieza a tocar. En los primeros sonidos reconozco la canción que tocaba la madrugada del sábado. Lo estoy mirando sorprendida cuando empieza a cantar; es una letra que habla de amor. Dos lagrimones me caen por la cara cuando su preciosa voz declara:

-Tú me besas como nadie,
me haces falta como el aire,
cuando menos los esperaba,
yo encontré lo que buscaba...

Sus palabras son el eco de mis pensamientos; si esto no es una declaración de amor, no sé qué es. Sollozo, llevándome las manos a la boca. Nuestros ojos se encuentran y yo, aunque lo intento, no puedo parar de llorar.

<<Debo dar pena.>>

El sigue entregándome su corazón en la canción:

-Qué fue lo que me hiciste, no sé,
pero dormido hablo tu nombre,
baby, quieres verme, lo sé,
tú sólo dime cuándo y dónde...

Cuando termina la canción, mis ojos llorosos buscan los suyos y él me mira a la espera de que diga algo. Estoy emocionada.

<<Terriblemente emocionada.>>

Y entonces encuentro la voz:

-¿La... escribiste para mí?

-Por ti y para ti. -Susurra, dejando la guitarra a un lado.

Se encoge de hombros como disculpándose. Sin soportar un segundo más lejos de mi boricua, me adelanto y me lanzo hacia él. De repente se mueve, no tengo ni idea de cómo, y en un abrir y cerrar de ojos se levanta conmigo en sus brazos y me abraza.

-Me ha encantado. -Consigo decirle.

Busca mis ojos y me muestra su sonrisa arrebatadora. Me aprieta contra su cuerpo, apoyándome contra la pared, y yo me estrecho contra él, enredando mis piernas en su cintura. No me permito pensar en que se va dentro de unas horas y lo beso, vertiendo en ese gesto mi gratitud.

-Creo que necesitamos un baño. -Zabdiel sonríe y aprieta su dura erección contra mí.

Asiento; disfruto de estar entre sus brazos, y murmuro componiendo una sonrisa malévola:

-Yo también lo creo.

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Hazme Tuya (CNCO Hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora