Capítulo 1 (IV)

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Consigo encajar mi trasero en uno de los bancos de mármol de la entrada. Involuntariamente, enredo los dedos en la raíz de mi pelo y tiro de él con los ojos cerrados.

<<Nada ni nadie puede estropearme la noche, nada ni nadie puede estropearme la noche, nada ni nadie puede estropearme la noche...>> -Me repito como un mantra.

Decido llamar al resto de los integrantes del equipo para confirmar que asistirán el lunes al hospital infantil y para mi tranquilidad, todos me dicen que sí. Cuando cuelgo la última llamada, escucho una voz grave a mi espalda:

-Linda, ¿tienes algún problema?

Me giro para encontrarme los ojos grises del portero, que me observan con una expresión oscura.

-No, no te preocupes. Gracias. -Borboteo medio apenada por la posibilidad de que haya escuchado mi acalorada discusión con David.

-Seguro tuviste alguna pelea con tu novio... -Insiste y pongo los ojos en blanco.

-No, no es nada de eso. -Replico en tono adusto antes de volver al interior del cabaret.

Rebusco una copia del trabajo que tengo guardada en el móvil y localizo la temática que le correspondía a David. Nunca me han agradado los trabajos en grupo, no porque sea asocial, desde luego que no lo soy, sino porque me hierve la sangre cuando trato con personas que echan a perder el trabajo de los demás, en este caso el mío; no fue mi decisión tener a cierto ejemplar como compañero de equipo. Me dirijo a la gran barra que está a un costado del fondo de la platea; mientras ocupo uno de los taburetes, me fuerzo a esbozar la sonrisa más elegante que puedo y el barman, entendiéndola perfectamente, se acerca a mí.

-¿Tienes Arecha? -Le pregunto con calma, intentando respirar pausadamente.

-Sí, pero hoy no está a la venta. -Me contesta el muchacho con profesionalidad.

-¿Por qué?

-Esto... Es que hoy el cabaret no abre, y la bebida solo se vende los días que hay función.

Vuelvo a respirar profundamente. Recuerdo que en uno de los últimos ensayos compramos tres botellas y terminamos hasta arriba de alcohol los veintidós modelos con Armando incluido, pero claro, yo no tengo el poder de nuestro director. Me parece escuchar que me pregunta con cara apenada si necesito algo más pero, sin ganas de seguir preguntando, me levanto del asiento y balbuceo con cara de pocos amigos:

-Eso es todo, gracias.

Logro componer una sonrisa de agradecimiento antes de darle la espalda al descolocado chico y me apresuro en llegar a donde están mis compañeros, sin poder disimular el enfado y la mirada sombría. A medida que me acerco, me doy cuenta de que el grupo ha crecido, aunque todavía faltan por llegar algunos. Al primero que saludo es a Líam, que en cuanto me ve se separa del grupo y camina hacia mí, me agarra por la cintura y me da un beso en la mejilla. Me ha propuesto varias veces que tengamos algo más que una amistad pero, aunque es bastante atractivo, prefiero no estropear la relación de colegas que tenemos; no obstante, a pesar de mis constantes negativas, me recuerda que está interesado en mí cada vez que tiene oportunidad; su actitud me incomoda y por eso lo esquivo hasta que logro deshacerme, sin parecer grosera, de sus no muy deseadas atenciones. Termino de saludar sin demasiadas florituras a todos mis compañeros que han llegado mientras estaba fuera, deben de haber notado mi mala leche, porque el intercambio de palabras es realmente escaso. Cuando saludo al último, agarro del brazo a Jhoni y lo arrastro hasta la escalinata del escenario para hacerlo sentar a mi lado. A Hansel no lo veo por ninguna parte.

-¿Qué pasa, Samantha? ¿Quién te llamó? -Me pregunta con la voz marcada por la preocupación.

-David, uno de mis compañeros de equipo para el trabajo de Cirugía Pediátrica. -Suelto en tono despectivo.

-¿Y qué pasa con él?

-Pues que dice que el lunes viene su novia de Holguín y que no va a ir a la defensa del trabajo. -Gruño con los dientes apretados, gesticulando más de lo necesario.

-¡Dios! ¿Por eso estás así tan irritada? -Me pregunta, poniendo los ojos en blanco para mirarme fijamente luego.

-Sí, ¿por qué?

-Porque perfectamente puedes defender el trabajo tú sola, es la ventaja de haberlo hecho sin ayuda. -Dice y su mirada se dulcifica.

-Eso intento, pero me molesta mucho, nene.

-Mira Sami, yo no voy a permitir que ese imbécil te joda la noche. -Su voz suave me recuerda la infinidad de veces que ha estado a mi lado cuando lo he necesitado.

Al cabo de unos segundos, reacciono:

-¿Sabes qué? Tienes razón. David es un inútil que no se va a graduar de médico, por lo menos en los próximos dos años. Ya me estudiaré su temática.

-Así habla la Samantha que conozco. -Sentencia con tono enfático y me mira con una sonrisa que le devuelvo.

-Te quiero, nene. -Le confieso abrazándolo, sin importarme la presencia de otras personas en el salón.

-Yo también te quiero, Sami. -Me asegura mientras me corresponde y estoy convencida de que es verdad.

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Hazme Tuya (CNCO Hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora