Capítulo 9 (IX)

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<<Ésta es mi favorita>>, pienso por lo menos diez veces mientras miro las instantáneas.

Al final me decido por una que le hice hoy, en la que está tumbada boca abajo en la cama, con las piernas cruzadas en el aire y el pelo suelto recogido hacia un lado. Tiene la barbilla apoyada en una mano y sus preciosos ojos brillan mientras habla por teléfono con su amigo Jhoni. Le hice la foto en el instante en que me sorprendió mirándola, en el momento justo en que esa sonrisa, la sonrisa más maravillosa del mundo, apareció en su cara.

<<¿Estará ella mirando fotos mías?>>

Que yo sepa, tiene pocas, casi todas las que nos hicimos juntos fueron con mi móvil, y de repente desearía haber dejado que me hiciera muchas con el suyo. Escojo una y la pongo de fondo de pantalla.

<<Es mi nueva favorita; al menos, por ahora.>>

Mi favorita cambia con cada foto que veo, pero ésta es perfecta. El pelo castaño y suelto le cae por encima de los hombros, y la luz del atardecer se refleja en ella y la hace resplandecer. Una sonrisa sincera ilumina toda su cara y tiene los ojos entornados y la nariz arrugada de un modo absolutamente adorable. Se estaba riendo de mí por haberle dado una palmada en el culo mientras bailábamos, y yo le saqué la foto justo cuando ella se echó a reír después de que le susurrase la infinidad de cosas peores que podría hacerle en ese momento.

<<Mi dulce Samantha.>>

Tan diferente a todas las mujeres que he conocido. La única que me ha movido el piso y que además me ha escogido a mí.

<<No lo entiendo.>>

Es extraordinario que en un espacio de tiempo tan corto haya acumulado tantos recuerdos felices. Recuerdo claramente su voz, su risa, su mirada sexi... El abismo se abre a mis pies. Suspendo el cacharro con una indiferencia que no siento y me acurruco en el asiento para intentar recomponerme.

<<¿Estará bien? ¿Estará pensando en mí? ¿Me echará de menos?>>

La desconocida voz de una azafata me obliga a abrir los ojos de nuevo y el corazón me sube hasta la garganta. Me incorporo en el asiento y miro a la chica; ignoro el aleteo de sus pestañas y la sonrisa provocativa y exageradamente roja de sus labios, pero acepto la manta suave y la almohada que me ofrece.

-¿Le apetece algo de comer, señor? -Me pregunta con una mirada coqueta, como si estuviera ofreciéndome algo más.

La fría expresión que le dirijo la disuade de insistir. Mi apetito ha desaparecido y aunque intento sonreír, la sonrisa se queda en el camino.

-No, gracias. -Mascullo y se retira dándose aires.

Vuelvo a recostarme en el asiento, me echo la manta por las rodillas y cierro los ojos. La honda y sorda sensación de vacío sigue devorándome las entrañas.

<<Volveré cuanto antes. Se lo he prometido.>>

Y con mis pensamientos puestos en ella, me quedo dormido.

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Hazme Tuya (CNCO Hot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora