— ¿Aceptaste la ayuda de Devon?
— ¿En verdad quieres saberlo o es simplemente una excusa para saber algo más de él?
—Bueno, puede que sean ambas cosas. ¿Vas a contármelo?
—Creí que querías que te contara mi historia, no sobre lo que hubo entre Devon y yo.
— ¡Entonces sí hubo algo entre ustedes! ¡Lo sabía!
—Maldita sea…
Una semana pasó desde el día en el que conocí a Devon. Durante esa semana, ninguno de nosotros se acercó al otro para nada que no fueran los ejercicios de Número Tres que implicaban lanzar un balón de futbol americano entre nosotros. Era mi actividad favorita, a decir verdad. Número Tres decía que los lanzamientos nos ayudaban a tener mucha más fuerza en los brazos a la hora de lanzar una Pokebola.
Número Tres y yo no tuvimos conflictos durante esos días. Me avergüenza admitirlo, pero Número Tres pronto dejó de prestarme atención y se concentró más en los Roosevelt. Ellos dos formaban parte de su ranking de los dos mejores alumnos de la clase. Devon Paltrow estaba en el cuarto lugar, prácticamente les pisaba los talones a Jacqueline y a su hermano. Y yo, bueno… Encabezaba la lista de los diez peores. Era lo mejor de entre lo peor, tal y como decía Maximillian a mis espaldas.
Una mañana, Número Tres nos citó en la pista de atletismo donde solía entrenarnos diariamente, pero nos pidió que fuéramos con un único requisito especial: debíamos ir usando una pañoleta roja.
Al principio creí que era una manera de prepararnos para una actividad divertida, como es juego infantil en el que un niño se pone una pañoleta en la parte trasera de los pantalones y otros niños deben correr para arrebatársela. Así que cuando llegué, sumamente emocionada, me llevé la que pudo haber sido la peor sorpresa de la vida.
O, al menos, en ese momento lo fue.
La pista estaba llena de casi ciento ochenta de nuestros compañeros de otros cursos, especialmente los cursos superiores. Y ahí, al centro, se encontraba el Alto Mando. Entre los chicos mayores se empezó a escuchar el rumor de que toda la algarabía de esa mañana se debía a que Número Uno y Número Tres habían hecho una apuesta por ver quién estaba entrenando mejor a sus estudiantes. Esos rumores pudieron comprobarse cuando Número Tres avanzó hacia nosotros y nos dijo:
—Hoy lucharán contra los discípulos de Número Uno.
Mi mandíbula casi cayó al suelo, especialmente cuando vi a los Roosevelt aplaudir animados, totalmente listos para enfrentar cualquier cosa. Incluso Devon Paltrow estaba más que dispuesto a patear unos cuantos traseros. Pero yo… Yo sólo temblaba sin control.
Nuestros contrincantes se diferenciaban con una pañoleta de color azul que llevaban atada al cuello. Una de ellas no me quitaba la mirada de encima. Era casi diez centímetros más alta que yo, con un cuerpo que le hacía demostrar que incluso a los doce años podías tener una figura bien definida. Tenía toda la fachada de ser una bravucona.
Devon pasó detrás de mí y me dio una palmada en la espalda para darme ánimos, aunque eso sólo logró hacer que me sintiera más nerviosa.
— ¡Firmes, derechos y hombros atrás! —exclamó Número Tres y nosotros formamos una hilera para que ella pudiera evaluarnos. Se paseó frente a nosotros y pronto comenzó a señalarnos con el dedo índice—. Tú —dijo y señaló a Maximillian Roosevelt—. Tú. —Jacqueline Roosevelt—. Tú. —Devon Paltrow—. Y tú. Un paso al frente. El resto, vaya a las gradas con los demás.
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Pokemon 0: En La Piel de Skyler
Fanfiction¿Qué es de la vida sin poder cumplir nuestros propios sueños? ¿Qué podemos hacer cuando se nos obliga a vivir un sueño que quizá nosotros jamás pudimos cumplir? Skyler Crown, una joven Entrenadora que desciende de una de las familias más importan...