Capítulo XXXVI

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     —Todo fue distinto al día siguiente, comenzando por el hecho de que quise empeñarme sólo un poco más en mi arreglo personal...

     —Sí, sí, sí. ¿Devon te invitó a salir?

     —No.

     — ¡¡Claro que lo hizo!!

     — ¿Cómo lo sabes?

     — ¡¡Dímelo ya!!

     — ¿Sabes que no hace falta que grites tanto?

     Todo fue distinto al día siguiente, comenzando por el hecho de que quise empeñarme sólo un poco más en mi arreglo personal. Recuerdo que incluso utilicé un poco de brillo labial de color rosa. Bajé a desayunar y vi que mi madre se encontraba más feliz que de costumbre, tanto que incluso nos preparó uno de esos desayunos prohibidos.

     Panqueques con helado de chocolate.

     Evidentemente me negué a probar un solo bocado, pues prefería comer algo ligero antes de comenzar con el entrenamiento de Número Tres. Menuda mierda habría sido volver el estómago a mitad del enfrentamiento frente a todos mis compañeros. Y frente a Devon.

     Sheryl me miró cuando ocupé mi asiento frente a ella. Esbozó una sonrisa burlona y habló con esa exasperante voz susurrante.

     — ¿Por qué de repente luces tan contenta? ¿Será que tiene algo que ver con el hecho de que ayer llegaste antes de tiempo?

     —Eso no te incumbe —le espeté con hostilidad.

     Mi madre no se fijó en que nosotras discutíamos.

     — ¿Cómo se llama él? —Me preguntó Sheryl aún con esa sonrisa cruel.

     — ¿Quién?

     —El muchacho por el que estás haciendo tanto alboroto.

     —Oh, cierra la boca.

     —El hecho de que te pongas a la defensiva quiere decir que en efecto hay un amorío.

     — ¿Qué vas a saber tú acerca de eso? No eres más que una niña pequeña.

     —Sólo eres tres años mayor que yo —me recordó ella con hostilidad—. Imagina cuán mal lo tomaría mamá si llega a enterarse. ¿Crees que ella aprobaría que tú estés enrollándote con un muchacho?

     —He dicho que guardes silencio.

     —En realidad creo que has tomado la mejor alternativa. No te queda más que esperar a que ese chico resuelva tu vida, ya que no podrás tener un futuro como Entrenadora Pokemon. Un fracaso andante como tú sólo tiene la esperanza de acostarse con el primer muchacho que...

     Mi madre se fijó en nosotras cuando escuchó el sonido de mi mano impactándose contra la mejilla de Sheryl. Mi hermana agachó la mirada cuando sintió el golpe y vi que un atisbo de tristeza se reflejaba en sus ojos. Yo me había levantado de mi asiento y mi brazo derecho aún se encontraba en posición luego de haber asestado el golpe. La mejilla de Sheryl se tornó de color rojo y la escuché gemir de dolor al mismo tiempo que cubría su boca con una mano. Mi respiración estaba agitada, yo estaba furiosa.

     —Tú eres el fracaso —le espeté—. Eres tan poca cosa que incluso para mamá eres invisible.

     Sin detenerme a pensarlo más, tomé mi bolso del colegio y salí en compañía de Bulbasaur.

Pokemon 0: En La Piel de SkylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora