Capítulo XLIV + Jackie Responde

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      —Entré a casa y lo primero que vi fue que mi madre estaba esperándome...

     — ¡¡No puede ser!!

     —Espera, se pone peor.

 

     Entré a casa y lo primero que vi fue que mi madre estaba esperándome. Ella golpeteaba el suelo con la punta de su pie derecho, tenía los brazos cruzados y me miraba con desaprobación. Sheryl estaba sentada en uno de los sofás del salón, leyendo el silencio aunque yo sabía que estaba alerta ante cualquier cosa que mi madre dijera para que ella, Sheryl, pudiese esbozar su maldita sonrisa burlona.

     — ¿Has visto ya la hora que es? —me reclamó mi madre.

     —Sólo fui a comer hamburguesas con Jackie —mentí—. Lo lamento, debí...

     — ¿Jackie es ese muchacho que acaba de irse?

     Mierda, pensé.

     —Mamá, él es...

     —No digas más. Ve a tu habitación, estás castigada.

     —Al menos déjame explicarte.

     —No quiero saber nada. ¡Mira en qué diablos te estás convirtiendo! ¡Ahora mientes para escapar con ese muchacho! ¿Has pasado la noche con él?

     — ¡Por supuesto que no!

     —Más vale que digas la verdad, porque no permitiré que pierdas el tiempo tonteando con ese muchacho.

     —Devon es mi mejor amigo, y tú no puedes prohibirme salir con él.

     —Por supuesto que puedo. No vas a echar a perder tu entrenamiento. Los muchachos sólo te distraerán de tu objetivo.

     —Quizá Devon esté ayudándome a ser una mejor entrenadora, ¿no lo has pensado?

     —No volverás a verlo, es mi última palabra.

     — ¡No puedes prohibirme ver a mi mejor amigo!

     — ¡Y tú no puedes levantarme la voz, Skyler!

     Mi madre avanzó hacia mí y me abofeteó para hacerme callar. Su golpe se sintió amplificado mil veces gracias a lo adolorido que aún estaba mi cuerpo. Incliné el rostro hacia el mismo lado de donde había llegado el golpe y solté un juramento en voz baja. Sentí un fuerte mareo y un par de lágrimas brotaron de mis ojos.

     — ¡Te he dicho mil veces que lo único que debe importarte es tu entrenamiento! —Dijo mi madre—. ¡Y mientras vivas en esta casa, tendrás que obedecer mis reglas!

     Por alguna razón, yo estallé en ese momento. Miré con ira a mi madre y respondí:

     — ¡Te odio! ¡Te odio y detesto que siempre me digas que lo único que debo hacer es intentar ser como tú!

     Pasé a un lado de ella para subir a mi habitación, sintiendo la mirada de mi madre sobre mis espaldas. Me encerré en mi habitación y no volví a hablar con ella durante varios días.

     —Yo nunca le habría dicho algo así a mi madre. Creo que un te odio es lo más cruel que puedes decirle a la persona que te dio la vida.

     —Cuando estamos pasando por tantos cambios, por cosas tan intensas como las que yo viví, a veces no pensamos en lo que decimos. Pero, ¿sabes una cosa?

     — ¿Qué?

     —Una madre siempre perdona... Especialmente cuando eres su hija favorita.

Pokemon 0: En La Piel de SkylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora