—Llamé a Devon a gritos, intentando despertarlo para advertirle…
—Debiste despertarlo con un beso.
—Juro que si vuelves a hacer un comentario como ese…
— ¡No, lo lamento! ¡Sigue!
Llamé a Devon a gritos, intentando despertarlo para advertirle. Bulbasaur vigilaba el exterior, asegurándose de que ningún árbol cayera sobre la tienda de acampar.
— ¡Devon! —Decía yo a voz en cuello—. ¡Devon, tenemos que irnos!
Aturdido, él se incorporó y tardó un par de segundos en comprender que algo estaba ocurriendo. Cuando lo consiguió, se levantó de un salto.
— ¡Mierda! —exclamó.
Tan rápido como pudimos, tomamos las cosas más indispensables: la comida y nuestras mochilas que contenían otras pocas cosas útiles. Salimos pitando de ese lugar, dejando la tienda de campaña abandonada. Era difícil correr gracias a la inundación, en parte corríamos y en parte braseábamos para avanzar por el agua que comenzaba a llegar hasta nuestras cinturas. Por si fuera poco, la lluvia no paraba. Gotas y gotas caían sobre nuestras cabezas, nublando nuestra versión y haciéndonos ir a paso más lento gracias al peso del agua. Tuvimos que detenernos de repente cuando uno de los rayos impactó a uno de los árboles, éste cayó al suelo y nos habría aplastado si hubiéramos estado un par de pasos más al frente. Devon me protegió con su cuerpo hasta que se detuvo la conmoción. El agua seguía subiendo.
—El Alto Mando está causando esta inundación —dijo Devon una vez que nos separamos—. Tenemos que ir a lugares altos.
Casi como Bulbasaur entendiera lo que Devon decía, lanzó sus lianas hacia el tronco de un árbol para subir a una fuerte y gruesa rama.
Entendí a la perfección lo que él quería hacer cuando me miró con esa intensidad reflejada en sus ojos.
— ¡Brillante, Bulbasaur! —exclamé.
Él sonrió, eufórico, e hizo que sus lianas bajaran a toda velocidad hacia nosotros para tomarnos por la cintura y hacernos subir a la misma rama donde él se encontraba. Cuando nos encontramos fuera del agua, acaricié su cabeza para felicitarlo y él me respondió pasando su áspera lengua por encima de mi mejilla.
Devon miró hacia abajo, el agua no se había detenido aún.
—Tenemos que salir de aquí —dijo acalorado—. En un árbol corremos peligro.
— ¿A dónde podemos ir? —le respondí.
Él miró hacia adelante, hacia atrás, en todas direcciones hasta que encontró lo que buscaba.
— ¡Ahí! —dijo y señaló con un dedo lo que quería que yo mirara—. Podemos llegar si saltamos por las ramas de los árboles.
Él quería dirigirse a una montaña en miniatura, una pequeña elevación del terreno que se situaba a casi cincuenta metros de distancia. Yo asentí y, sin detenerme a preguntar su opinión, exclamé:
— ¡Bulbasaur, vamos al siguiente árbol! ¡Ayúdanos a llegar!
Mi Pokemon fue el primero en transportarse a la siguiente rama, ayudándose con sus lianas que se enroscaban alrededor de la manera y que luego servían para impulsarse y saltar. Las lianas se enroscaban luego sobre nuestras cinturas y nos transportaban. Era una excelente manera de darnos cuenta de que el entrenamiento físico que Bulbasaur tuvo en el gimnasio de los Paltrow había rendido sus frutos. Una rama tras otra fuimos acercándonos a la elevación. Pero entonces, un fuerte trueno logró hacer que Bulbasaur se sintiera aterrorizado. Él retrocedió y perdió la concentración, causando que sus lianas soltaran mi cintura.
Caí al agua con violencia y sentí brevemente la sensación de asfixia. Como pude, salí a tomar un poco de aire. La corriente me llevó debajo de nuevo, arrastrándome y alejándome del sitio donde Bulbasaur y Devon me llamaban a gritos. No podía pasar más de dos segundos con la cabeza afuera, con suerte podía tomar una pequeña bocanada de aire antes de que la corriente me arrastrara de nuevo.
Por inercia, queriendo evitar que la corriente siguiera arrastrándome, intenté sujetarme de la tierra. Enterré lo más que pude mis manos en el lodo…Y sentí ese objeto dentro. Un objeto redondo, frío, sólido.
Encontré una, pensé.
Hice un esfuerzo para sacar mi cabeza y tomar un poco de aire, para luego sumergirme de nuevo y comenzar a cavar. La corriente seguía arrastrándome, pero yo me resistía. Mi cuerpo dolía, por supuesto. La fuerza del agua era excesiva. Pero mi esfuerzo valió la pena cuando desenterré lo que había bajo la tierra en aquella zona.
Una Pokebola de color dorado, tan grande que apenas cabía en mi muñeca.
Salí de nuevo, a toda velocidad, cuando la falta de aire comenzó a nublar mi visión. Lo primero que vi al estar de nuevo en la superficie fue que Bulbasaur sostenía la cintura de Devon con una liana, para que mi amigo pudiera tomar mi mano. Lo hice, tomé su mano con fuerza y él me ayudó a subir de nuevo a la rama del árbol donde ellos aún esperaban. Tosí sin control hasta que pude recuperar el aliento. Devon me tomó por los hombros y me dio una sacudida para ayudarme a recuperar por completo el conocimiento. Limpió el agua que corría por mi rostro y apartó el cabello mojado que cubría mis ojos. Se notaba angustiado, aterrado incluso.
—Sky, ¿estás herida? —me preguntó alterado.
Yo negué con la cabeza y sólo le mostré la Pokebola que tenía en la mano.
Devon sonrió con nerviosismo y su primera reacción fue envolverme en un fuerte abrazo que yo no pude devolver pues me tomó por sorpresa.
— ¡No vuelvas a aterrarme así! —dijo, era un reproche un tanto fuera de lugar.
Habíamos sobrevivido.
Y tenía en mi poder la primera de cinco Pokebolas de oro.
— ¡Qué lindo! ¡Devon estaba angustiado por ti!
—Y con justa razón, pude morir ahogada.
—Habría sido perfecto que se besaran en ese momento.
—Cierra la boca.
— ¡Te has sonrojado! Pero, ¿qué tuvo eso que ver con Ninetales?
—Bueno, eso ocurrió al día siguiente.
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Pokemon 0: En La Piel de Skyler
Fanfic¿Qué es de la vida sin poder cumplir nuestros propios sueños? ¿Qué podemos hacer cuando se nos obliga a vivir un sueño que quizá nosotros jamás pudimos cumplir? Skyler Crown, una joven Entrenadora que desciende de una de las familias más importan...