Capítulo XLVI

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 —La primera noche tuvimos que pasarla en una cueva que encontramos durante nuestras expediciones...

—Ya lo imagino. Devon... Tú... A solas...

— ¿Eso ha sido un suspiro?

—Tienes que admitir que era el momento perfecto para que ustedes se enamoraran mucho más.

—Debo recordarte que Jackie y Max también estaban ahí.

— ¡Eso no importa! ¡Dime que Devon te besó frente a la fogata, por favor!

— ¿Exactamente cómo íbamos a encender una fogata en un sitio tan frío?

— ¡No cambies el tema, Skyler!

La primera noche tuvimos que pasarla en una cueva que encontramos durante nuestras expediciones. Nuestro escondite estaba oculto gracias a un par de rocas del tamaño suficiente como para bloquear una buena parte de la entrada, dándonos a nosotros la oportunidad de resguardarnos del frío que había afuera. No teníamos madera para encender una fogata, pero sí pudimos utilizar la luz de las linternas que llevábamos en nuestros equipajes. No era la mejor manera de sentirnos cómodos, pero funcionaba a la perfección. Colocamos las cuatro linternas juntas y las encendimos, acordando que deberíamos apagarlas cuando fuera hora de dormir para evitar que las baterías se desgastaran. Devon fue el encargado de preparar la cena, deleitándonos con su talento innato para crear banquetes deliciosos con las cosas más simples. Preparó emparedados de jamón y queso, acompañados por un poco de delicioso puré de manzana y jugo de uvas para beber. Las pajillas flexibles no eran la mejor opción en esos momentos, pues era desagradable tocarlas con nuestros labios y descubrir que en pocos segundos se habían congelado. Por supuesto, nosotros no podíamos sentir ese frío. Los trajes especiales que vestíamos hacían un maravilloso trabajo. Persian, Bulbasaur, Eevee y Weezing también estaban totalmente cómodos con sus trajes. Parecía que aquella sería una noche tranquila, pero no fue así.

Antes de hacer cualquier cosa, debíamos idear un plan de acción. Así que al terminar la cena, Jackie salió del refugio para verificar que todo estuviese en orden. Volvió y en susurros anunció:

—Hay cuerdas afuera. Todas ellas están por debajo de nosotros. Esos idiotas no han pensado en borrar sus rastros.

—Fue una buena idea que nosotros no quisiéramos dejar el gancho afuera —dijo Devon—. Ellos no tienen ninguna manera de saber que nosotros estamos aquí.

—Quizá deberíamos avanzar ahora —propuse yo.

—Sería una misión suicida —respondió Max—. No podemos escalar en la oscuridad.

—Esperaremos al amanecer —decidió Jackie—. Antes de que salga el sol tendremos que haber subido al menos un par de kilómetros. De esa manera será más seguro para nosotros. Aunque...

— ¿Aunque...? —urgí con impaciencia.

Ella dibujó una malévola sonrisa en sus labios.

—Quizá deberíamos darles una lección a todos esos idiotas que creen que pueden acampar debajo de nosotros siendo tan evidentes —dijo Jackie—. Si salimos ahora y nos movemos con rapidez, podremos robar todas esas cuerdas.

— ¿Enloqueciste? —Me negué de inmediato—. ¡No podemos hacer eso! ¡Ellos necesitan esas cuerdas para escalar!

—Y nosotros necesitamos la ventaja si es que queremos llegar antes con cualquiera de esos Pokemon que mencionó Número Tres —atajó Jackie con firmeza—. No podemos ir volando. Ningún Pokemon resistiría las corrientes de aire y el frío les impediría volar con normalidad. Lo único que nos queda es escalar de forma rudimentaria. Y la única manera de conseguir la ventaja es jugando sucio.

Pokemon 0: En La Piel de SkylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora