Capítulo XXIV

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     -Desperté de golpe, sintiendo como si fuera la primera vez que el aire entraba a mis pulmones...

     - ¿Quién fue quien te disparó?

     - ¿Puedo contar mi historia a mi ritmo?

     - ¡Date prisa! ¡Quiero saberlo!

 

     Desperté de golpe, sintiendo como si fuera la primera vez que el aire entraba a mis pulmones. Experimenté una sensación que sólo pude comparar con el alumbramiento. Me quedé deslumbrada a causa de la intensa luz del sol. Sentí que alguien me golpeaba las mejillas para hacerme reaccionar e inmediatamente cayó sobre mi rostro un poco de agua fría que me hizo toser e incorporarme para recuperar el aliento. Cuando conseguí recuperarme, lo primero que entró en mi campo de visión fue el rostro de Jackie.

     - ¿Te encuentras bien? -me preguntó angustiada.

     Asentí con torpeza.

     - ¿Qué ocurrió? -pregunté a pesar de que sabía bien la respuesta.

     -Te he disparado. Lo lamento.

     Era la voz de Max Roosevelt, quien también nos acompañaba. Hablaba con seriedad, frialdad, indiferencia. No me parecía que su disculpa fuera sincera.

     -Creí que eras un intruso -me explicó él-. No quería lastimarte.

     Eso tampoco me pareció honesto.

     -Entramos, sin quererlo, a la zona de Max -me explicó Jackie-. Ha sido terrible, nunca vi tan de cerca el efecto de los dardos. Fue impresionante.

     -He perdido entonces mi primera oportunidad -me quejé-. ¡Maldita sea!

     -Estás con nosotros, no hace falta que te preocupes por eso -dijo Jackie con un guiño-. Debo agradecerte, Sky.

     - ¿Agradecerme? ¿Por qué? ¿Por haber recibido yo el impacto del dardo?

     Yo estaba enfurecida.

     Jackie rió.

     -Claro que no, estúpida. Gracias a ti he encontrado a Max.

     Me dio una palmada en la espalda y acudió con su hermano. Sólo entonces me di cuenta de que él se encontraba en pésimas condiciones. Su pierna derecha estaba bañada en sangre y él no podía apoyarla, razón por la cual debía permanecer sentado sobre la hojarasca. Estaba pálido, enfermo, su cuerpo temblaba y estaba bañado en sudor frío. La hemorragia era tal que me pareció increíble que él siguiera con vida.

     - ¿Qué ha pasado con él? -pregunté.

     - ¿Eso importa? -Me respondió él de mala gana-. Estoy herido, ¿no te parece evidente?

     -Lo único que importa ahora es encargarnos de la herida -respondió Jackie acalorada-. Max, ¿has conseguido medicinas?

     -En mi mochila -respondió él y la señaló con un ademán de la cabeza.

     - ¿Y cómo era Max?

     -Un cretino.

     -Me refiero a su físico. ¿Cómo era?

 

     Max era un chico atractivo, aunque algo en él lo hacía tener esa vibra negativa que te daba la señal de que debías escapar de allí lo más pronto posible. Era idéntico a su hermana, en la estatura y en los rasgos. Si ambos hubieran nacido con el mismo sexo, quizá habrían sido gemelos idénticos.

Pokemon 0: En La Piel de SkylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora