Capítulo VII

1.8K 110 23
                                    

     — ¿Ocurrió algo durante el primer entrenamiento físico?

     —Sí, ocurrió algo.

 

     El descanso terminó antes de lo planeado, fueron los minutos más cortos de la vida. Lo que tuvimos que hacer, ya que durante el primer día del curso a nadie se le hubiera ocurrido que debíamos llevar una muda de ropa para ejercitarnos, fue hacer lo que mejor pudimos con nuestros uniformes del Instituto. A Número Tres pareció deleitarle la idea de vernos improvisar, pues sonreía cada vez que alguno de nosotros encontraba la forma de sacarle provecho a lo que llevábamos puesto en ese momento. Jacqueline, por ejemplo, se sacó la camisa de botones dejando al descubierto una camiseta un poco ajustada que siempre llevaba debajo del uniforme. Se sacó también la falda, pues llevaba un short de licra debajo.

     Lo único que yo pude hacer fue recoger un poco mi cabello, ya que no llevaba nada más que la ropa interior debajo de las elegantes ropas que debíamos usar.

     Número Tres se paseó entre nosotros antes de comenzar a exclamar sus órdenes con su voz estridente:

     — ¡Formen todos una hilera! ¡Rápido!

     Lo hicimos. Ella nos miró fijamente y sacó un silbato de su bolsillo. Lo utilizó para dar un pitido y exclamar:

     — ¡¡Diez vueltas a la pista de atletismo!! ¡¡Ahora!!

     No había manera de negarse a lo que Número Tres quería que hiciéramos. Si ella quería que corriéramos, nosotros corríamos. Si ella quería que saltáramos, nosotros saltábamos. Si ella quería que nosotros hiciéramos flexiones, nosotros hacíamos flexiones. Y durante cada rutina de ejercicios, ella siempre exclamaba:

     — ¡¡Muevan esos cuerpos flácidos!! ¿Creen que un verdadero Entrenador Pokemon se queda sin aliento tan rápido? ¡¡Sigan adelante!! ¡¡No podrán llamarse Entrenadores hasta no haber ganado al menos un poco de resistencia!! ¡¡Y dejen de lloriquear, que pueden renunciar en cualquier momento si creen que esto es demasiado difícil para ustedes!! ¡¡Sigan adelante, maldición!! ¡¡Uno, dos!! ¡¡Uno, dos!! ¡¡Uno, dos!! ¡¡Son un grupo lleno de inútiles!!

     Sus gritos, en un principio, no podían hacer más que ponernos en ridículo. Se burlaba de nosotros siempre que alguno caía al suelo, siempre que alguno tropezaba, siempre que alguno debía hacer una pausa para encontrar su segundo aire. Al principio, todos tuvimos la misma impresión de ella: pensábamos que había enloquecido y que creía la absurda idea de que el Instituto era también una academia militar.

     Cualquiera pensaría que la actividad física duró tan sólo pocos minutos, que al cabo de un rato volvimos al aula y pudimos tener clases más o menos normales. Pero no fue así, con Número Tres nada podía ser así de fácil. Ella nos mantuvo en la pista durante todo lo que debía durar nuestra estancia en el colegio durante ese día. De milagro no hubo desmayos o eventos lamentables, pues Número Tres no nos permitió hacer pausas para ir a almorzar.

     Y pensar que eso había sido tan sólo el primer día…

     Cuando se escuchó el timbrar de la campana que anunciaba el final de las clases, mismo sonido que se trataba de una tonada de una pieza de Bach, Número Tres hizo escuchar un último pitido de su silbato para hacernos detener el entrenamiento. Nos hizo una seña con la mano para que pudiéramos tomar un poco de aire y exclamó:

     — ¡Escuchen con atención! A partir del día de mañana tienen que traer una muda de ropa para ejercitarse. Haremos ochenta minutos de actividad física diariamente, será esta misma pista nuestro punto de reunión por las mañanas. Tras esos ochenta minutos, iremos al aula. Por lo tanto, mañana tendrán que traer con ustedes, además de las ropas de gimnasia, un ensayo de mil ochocientas palabras sobre las ventajas y desventajas que tendrían en una batalla usando únicamente a su Pokemon Inicial. ¿Han entendido?

Pokemon 0: En La Piel de SkylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora