Capítulo XLV

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     —Voy a ahorrarme todo lo que vivimos con Número Tres...

     — ¡¡No!!

     —No creo que quieras escucharlo, no fue nada especial. En realidad, todo fue demasiado repetitivo.

     —Pero quiero saberlo.

     —No hace falta, sólo entrenamos... Aunque, quizá haya algo que valga la pena decir...

     — ¿Qué cosa?

     —Bueno, ¿alguna vez te dije que tengo una muy buena puntería?

     Sucedió luego de la cena de Navidad, en el interludio que había entre esas festividades y el festejo del Año Nuevo. Ese día, Número Tres nos citó en un sitio distinto y un tanto alejado de su apartamento. Fue necesario tomar tres autobuses para llegar, eso lo volvió más secreto y confidencial. Devon y yo llegamos a un edificio que inmediatamente me hizo retroceder, pues se trataba de una tienda de armas de fuego.

     — ¿Por qué Número Tres nos ha citado aquí? —le pregunté a Devon.

     Él se encogió de hombros, estaba tan confundido como yo.

     Tuvimos que esperar durante casi cincuenta minutos, hasta que finalmente vimos aparecer a nuestra sádica profesora. Iba acompañada de otra persona, una persona cuya simple presencia me hizo correr para ir en su encuentro.

     — ¡¡Jackie!! —exclamé.

     Nos fundimos en un fuerte abrazo que ella luego repitió con Devon. De inmediato me percate de que ella tenía un golpe en la comisura de los labios que intentaba cubrir con un poco de maquillaje. Decidí guardar silencio, a pesar de saber quién le había hecho daño.

     Mi odio hacia ese hombre crecía cada vez más.

     — ¿Te encuentras bien? —Me preguntó ella angustiada—. ¿Mi padre te hizo mucho daño?

     Yo negué con la cabeza y le dediqué una sonrisa.

     —Fueron sólo unos cuantos rasguños —le respondí—. ¿Qué haces aquí?

     —Yo la he traído —respondió Número Tres.

     Jackie asintió y permaneció en silencio, sin querer entrar en detalles.

     — ¿Para qué nos ha citado aquí? —Le preguntó Devon a nuestra sádica profesora—. Creí que entrenaríamos.

     —Lo haremos —dijo Número Tres—, pero esta vez nuestro entrenamiento será sin necesidad de usar a los Pokemon. En esa tienda hay una galería de tiro donde tendrán que aprender a usar armas.

     — ¿Qué? —Reclamé aterrada—. ¿Va a enseñarnos a disparar? 

     Ella asintió y colocó una mano sobre mi hombro para decir:

     —Ustedes dos saben demasiado, Skyler. Corren mucho más peligro que Jacqueline, así que deben aprender a defenderse. Una bala puede ser más efectiva que el ataque de un Pokemon.

     —No puedo —me negué—. ¡Mi madre me matará si lo descubre!

     —Sky, quizá tu madre te lo agradezca en un futuro.

     Jackie pronunció aquellas palabras con fría e inquietante seguridad, me hizo sentir escalofríos. De pronto, me sentí desarmada.

Pokemon 0: En La Piel de SkylerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora