One, Two, I Love You.

XI.

—Entonces, ¿están saliendo? —preguntó después de darle un sorbo a su malteada.

Ambas se encontraban en la cafetería de la escuela.

Se habían vuelto cercanas con el paso de los días.

—Si se le puede llamar así —se encogió de hombros y se llevó una uva a la boca.

—Por esa cara, deduzco que no te lo ha pedido oficialmente —hizo una mueca mientras observaba a su amiga comer con desgano.

A Moonbyul se le daba bien averiguar el estado de ánimo o lo que afligía a cada persona, y con Jennie no fue la excepción.

Era como un libro abierto, sus expresiones la delataban.

—No, pero tampoco nos quiero meter en una etiqueta. Entiendo lo que tenemos, y me gusta—.

—Pero no se siente como algo seguro si no lo dice—.

—Exacto —chasqueó los dedos, de acuerdo con la otra.

En momentos como ese, Jennie agradecía la compañía de la mayor.

Eran pocas las oportunidades que tenía para hablar con ella tranquilamente, ya que Moonbyul, al ser un año mayor y a punto de graduarse, se encontraba la mayor parte del tiempo ocupada.

—Hablando del rey de Roma —se escondió detrás de su bebida, fijando la vista en una silueta parada en la entrada.

Aquella chica buscaba a alguien, pues giraba la cabeza para localizar su objetivo entre todos los estudiantes que disfrutaban de su descanso.

—Será mejor que me vaya antes de que te cause problemas —hizo el ademán de levantarse, pero una mano la detuvo.

—No, tú te quedas—.

No le dio oportunidad de discutir.

Lisa la encontró con una enorme sonrisa, que fue desapareciendo conforme se acercó y se percató que tenía compañía.

—Hola —besó sus labios fugazmente, ganándose un jadeo lleno de sorpresa por parte de la castaña.

No es que le molestara, pero no estaba lista para que toda la escuela se enterara de su relación y comenzaran los cuchicheos.

Hasta el momento, sus muestras de afecto eran privadas.

—¿Qué haces? —susurró, notando algunas miradas curiosas en su dirección.

—Saludando—.

—No lo hagas de nuevo sin avisar—.

—Voy a besarte —dijo y la sujetó, uniendo sus labios, esta vez por más tiempo a pesar de la resistencia que ponía su compañera.

—Lisa, no —la empujó, molesta.

—¿Qué te pasa?—.

—Muy bien —se levantó, interrumpiéndolas— alto ahí, Manoban. Te dijo que no —la señaló con su índice.

Lisa también se puso de pie y, por la manera amenazante en que ambas chicas se observaban, Jennie supo que la guerra estaba por desatarse.

—¿Tienes algún problema? Jennie está saliendo conmigo, y es muy bajo de tu parte que quieras interponerte —se cruzó de brazos, con aire prepotente.

—Es mi amiga, y no dejaré que la incomodes solo porque estás celosa—.

Sí, la había descubierto.

Siempre que Moonbyul estaba cerca, Lisa se comportaba de manera arrogante, molesta y a veces hasta idiota.

—Chicas...—.

Todos dentro de la cafetería estaban atentos a la riña.

Genial, los chismes comenzarían a correr en cuanto sonara la campana.

—Aprende a respetarla o la perderás, las cosas funcionan desde ambos lados, no solo bajo tus decisiones—.

Dicho eso último, Moonbyul salió de ahí, no sin antes despedirse, dejando un beso en la mejilla de Jennie y a una Lisa con ganas de arrancarle la cabeza.