XXV. / Pt. 1

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-Hola Jane -sintió cómo pasaba un brazo por sus hombros.

-Hola tú -le saludó con un beso en la mejilla y siguieron caminando.

-¿Cómo está Brujaban? -preguntó, recibiendo un codazo por parte de la menor, que la obligó a soltarla.

-No la llames así, ¿acaso quieres que venga y te corte la lengua?-.

-No lo haría. En todo caso, me noquearía con su tanque de oxígeno -dijo, recibiendo otro codazo. Había pasado casi un mes desde que Lisa recibió su primera quimioterapia, y sólo tres días desde que le asignaron un tanque de oxígeno debido a que presentaba dificultad para respirar correctamente. Está de más decir que su humor había decaído y ahora parecía molestarse ante la mínima cosa, de ahí el apodo. -¡Basta! Me quedará una marca -levantó su sudadera, mostrando la zona de las costillas ligeramente rojiza.

Uno que otro silbido se escuchó por el pasillo, sacándole una sonrisa de suficiencia a la mayor, quien les respondió mostrándoles el dedo medio.

-¿No te molesta? -preguntó Jennie, observando de reojo cómo Moonbyul acomodaba su ropa.

-A veces. La mayoría aquí son unos idiotas, pero mientras no se me acerquen puedo tolerarlos-.

-¿Yo soy parte de los idiotas?-.

-No -se apresuró a responder- tú no entras en ninguna categoría. Eres Jennie. Me agradas. Alguien con tu belleza e intelecto es difícil de odiar-.

-Vaya, me siento halagada. Si no te conociera, pensaría que estás tratando de coquetear conmigo -bromeó, provocando que la mayor se sonrojara violentamente.

-No, cómo crees... -habló bajito, sumida en la vergüenza.

Era difícil mantener sus sentimientos ocultos cuando se encontraba al lado de Jennie. Porque sí, le atraía de una manera irresistible, e intentaría algo con ella de no ser por Lisa que acaparaba la mente y el corazón de la menor. No tenía oportunidad. Pero ya se le pasaría, en tres meses se graduaría e iría a la universidad, donde esperaba conocer nuevas personas y dejar atrás su enamoramiento por la castaña. Por el momento sólo debía conformarse.

Jennie chasqueó la lengua y siguieron caminando hasta que tuvieron que separarse para llegar a sus respectivas aulas.

Se sentó en los lugares situados al frente, y cuando el profesor entró, comenzó a tomar apuntes pulcros, como era costumbre.

Algunas horas después, la campana sonó, anunciando la hora del descanso.

Suspiró mientras guardaba su cuaderno y libros. Los días sin Lisa rondando eran simplemente aburridos. Extrañaba como el infierno su risa estruendosa y la constancia para hacerla enfadar.

Deseaba de todo corazón que su chica se recuperara y retomara su vida. Una normal, sin enfermedades.

Sin ánimos, se dirigió a la cafetería, donde recientemente solía reunirse con Dua y los gemelos para almorzar. De más estaba decir que ellos también extrañaban a Lisa.

La pelinegra sólo asistía uno o dos días a la escuela cada semana, ya que no se sentía con ánimos, además que no soportaba las miradas de lástima que sus compañeros le lanzaban cuando la veían pasar.

-Jen -Cole la llamó- ¿Hay noticias de Lisa? -preguntó.

-Está estable-.

-¿Crees que podamos verla hoy? -fue el turno de Dua.

-Claro, le pondrá feliz tenerlos ahí -sonrió.

Tal vez, lo que necesitaba la pelinegra en esos momentos era distraerse, y quién mejor para hacerlo que el equipo rompipalle, como solía llamar a sus amigos.

One, Two, I Love You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora