X. / Pt. 2

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-Aquí no hay nada interesante, regresemos a casa -murmuró.

Jennie se aferró al brazo de Lisa con fuerza, pues el lugar le parecía tenebroso, a pesar de que la pelinegra alumbraba con la linterna de su teléfono.

-Cierra los ojos -pidió Lisa, ganándose un golpecito por parte de la más bajita- ¡Oye! No pasará nada, confía en mí.

La castaña lo pensó, pero al final obedeció, estremeciéndose cuando la otra se separó de ella.

-Lisa, esto no es divertido -su voz temblaba.

A lo lejos escuchó como algunas botellas de vidrio se estrellaban contra el suelo, seguido de una maldición por parte de su compañera.

Abrió los ojos, encontrándose con nada más que oscuridad a su alrededor.

-Lili -sus ojos se humedecieron, ante la idea de que posiblemente había sido abandonada ahí.

¿Pero qué tan hija de puta tenía que ser Lisa para hacer eso?

En segundos sintió el cuerpo de la otra chica a su lado, y la atrapó en un abrazo.

-Idiota, pensé que te habías ido-.

Aquel gesto tomó por sorpresa a la más alta, provocándole a su vez una sensación cálida en el pecho. Normalmente era ella quien abrazaba a Jennie, nunca al revés.

Besó su frente y se separó, guiándola a ciegas.

-Cierra los ojos y toma mi mano. A mi señal, los abres-.

Jennie obedeció, ahora más segura al sujetar a Lisa.

-Hay una escalera frente a ti, sube con cuidado los escalones. Son bastantes, yo iré detrás -le dijo.

Tardaron poco más de diez minutos en subir.

La pelinegra abrió una puerta y ayudó a Jennie a situarse una vez llegaron a su destino.

-¿Lista? Ábrelos-.

Frente a ellas, una ciudad taciturna era iluminada por cientos de luces.

Sobre ellas, un cielo estrellado las observaba.

-Es hermoso -Jennie observaba aquel espectáculo embobada.

Nunca se le ocurrió que el lugar donde vivía le podría ofrecer semejante panorama.

-Estuve a punto de saltar -se acercó a la orilla, y observó los metros que la separaban del suelo- un día después de que te asignaron como mi tutora -cerró los ojos, formando una línea recta con sus labios al recordar- pero segundos antes de dar el paso decisivo, mi teléfono sonó. Eras tú -las comisuras de sus labios se elevaron- tu nombre en la pantalla que sonaba con insistencia, como una alarma de emergencia. Como un presagio -dio un par de pasos atrás. -Me salvaste, Jennie. Tu jodida manía de querer planificar mis horarios para estudiar fueron mi segunda oportunidad de vivir-.

La castaña estaba estupefacta en su sitio, y el color había abandonado sus mejillas abultadas al escuchar esa declaración.

-En ese momento sentí tanta rabia hacia ti por interrumpir y mandar a la basura todos mis planes -su labio tembló- porque nadie tenía derecho a obligarme a quedarme y seguir sufriendo -rápidamente se limpió la primera lágrima. -Pero imaginé un lugar donde tus lindos ojos de gato ya no estuvieran más y me pareció un castigo peor que el mismo infierno. Y si lo merecía, no lo quería. Pensé que tal vez te habías cruzado en mi camino por algo, y averiguarlo sería la última cosa que haría-.

Lisa exhaló, como si al revelar aquello le quitara un peso de encima.

Jennie era su última esperanza.

One, Two, I Love You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora