One, Two, I Love You.

XIX.

—Abre la boca—.

Jennie intentaba alimentar a Lisa como si se tratase de un bebé, con la asquerosa comida, según palabras de la pelinegra, del hospital.

Llevaba casi dos semanas en ese lugar, y estaba comenzando a hartarse.

Lo único bueno era que la castaña la visitaba a diario, después de clases y hasta que el sol se ocultaba. Le contaba lo que hacía y repasaba los temas que los profesores impartían, ayudando a que la pelinegra siguiera al corriente en la escuela.
Algunas veces Jennie acercaba una silla a un costado de la camilla y tomaba asiento, dispuesta a hacer sus tareas. Lisa jamás la interrumpía, se quedaba quieta observando detalladamente cada gesto que la chica hacía, o escuchando cómo leía en voz baja.
Todo de ella le atraía, hasta la manera en que sujetaba el bolígrafo al escribir.

—Olvídalo —giró la cabeza, evitando la cuchara llena de sopa que Jennie le ofrecía.

—¡Lisa! —hizo un puchero. Tenía que convencerla de alguna manera, de por sí su complexión era muy delgada, no quería que empeorara por no alimentarse. —Cierra los ojos—.

—¿Para qué?—.

—Sólo hazlo. Tal vez si no lo ves no te de asco —apuntó al tazón con el alimento.

—No—.

—¡Por favor!—.

—Ugh, bien —hizo lo que le pidió.

Gobernada.

—Abre la boca —le dijo, sonriendo al ver cómo separaba sus labios ligeramente, e introdujo la cuchara con alimento. La pelinegra hizo una mueca, pero tragó después de unos segundos. —No es tan malo, ¿ves? —Lisa emitió un pequeño gruñido. —Abre de nuevo—.

La chica obedeció, esperando por el amargo sabor, pero en su lugar, un dulce sabor a cereza la sorprendió. Abrió los ojos, encontrándose con Jennie casi sobre ella, besándola.

A la mierda la comida, esos labios eran su fuente de vida.

Sin pensarlo demasiado, le correspondió, colocando sus manos en la cintura de la castaña y apretándola suavemente contra ella, cuidando de no estirar ningún cable conectado a su cuerpo.

—¡Hol... Dios! —Moonbyul entró a la habitación en un mal momento. Pero ni siquiera su grito logró separarlas, al contrario.

—¿Qué sucede? —Dua llegaba detrás de ella, seguida de los gemelos.

—No veas —la primera le tapó los ojos con su mano en cuanto entró.

Las muestras de afecto entre Jennie y Lisa eran un constante ataque a la heterosexualidad de la inglesa.

—¿Acaso se están preparando para grabar una película condicionada? — Cole observaba atónito la escena de la pareja.

Un gemido involuntario se escapó de la garganta de Lisa.

—Parece que Jen quiere succionarle hasta el alma —se burló Dylan.

—¡Jane! —la llamó Moonbyul, pero fue ignorada.

Dua apartó la mano que le impedía ver lo que sucedía, y su boca formó una perfecta "O".

—¡Sullivan suelta a la niña! —le gritó la más alta a la castaña, logrando que el par se separara antes de que la temperatura subiera dentro de esas cuatro paredes.

—¿Qué hacían? —preguntó Cole, sin recuperarse del todo.

—JenJen me alimentaba —Lisa respondió sin darle importancia, pasando un dedo por el labio inferior de su chica para limpiar el labial corrido.

La cara de sus amigos era insuperable.

—Ya veo, no quiero saber cómo será cuando llegue la hora del postre —dijo Dylan con una sonrisa pícara que hizo a Jennie sonrojar y esconderse en el cuello de la pelinegra.

¿Qué se le podía hacer? La carne era débil.