XXXVII.

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—Mucho gusto, Lalisa. Soy Kang Seulgi, médico radiólogo—.

Una agradable (y guapa) chica se presentó al entrar en aquella habitación pulcra. Llevaba un horrible uniforme azul, pero eso no le quitaba su encanto.

Después de un extenso examen neurológico, donde le habían hecho preguntas y puesto a prueba sus sentidos y reflejos, éste era el último.

—Hola —devolvió el saludo con timidez.

—Comencemos. Por favor quítate cualquier tipo de joyería o accesorio que lleves puesto y colócalo aquí —abrió una pequeña bolsa de plástico en donde Lisa dejó sus aretes y un anillo. —¿Tienes algún implante metálico? —preguntó, recibiendo una negativa. —Quítate la ropa y colócate esta bata —le pasó la prenda y salió de la habitación un momento, llevándose las pertenencias de la menor.

Lisa aprovechó para analizar con detenimiento todo lo que había ahí dentro mientras se desvestía.

Un escáner de MRI, una computadora, catéteres, electrodos y demás cosas.

Arrugó la nariz con disgusto. Quería regresar a casa, pero para su mala suerte, eso no sería posible hasta que le dijeran de una buena vez qué le sucedía.

—Bien, recuéstate aquí —le indicó cuando regresó, palmeando una mesa móvil— te colocaré una intravenosa con un material de contraste, después entrarás a ese cilindro —apuntó a la máquina— ¿Eres claustrofóbica?—.

—No —respondió con simpleza.

—Vale. Por favor, avísame en seguida si comienzas a sentir cualquier malestar —Lisa asintió ante sus palabras y se recostó. —Mantente lo más quieta posible —Fue lo último que dijo y se colocó detrás del computador para comenzar con el estudio.

La chica fue introducida dentro de ese tubo reducido, que hacía sonidos molestos, similares al de una lavadora. Sentía cómo el calor se expandía por su piel.

Una hora y quince minutos más tarde habían terminado.

Seulgi observaba las imágenes en aquel monitor, con un semblante totalmente serio.

—Listo —cambió su expresión y le sonrió con calidez, ayudándole a bajar de la mesa. —En unos minutos le entregaré los resultados a tu doctor designado —la dejó a solas para que se vistiera de nuevo.

Chitthip, quien la esperaba afuera de la habitación, la abrazó con efusividad cuando salió de ahí.

Caminaron hasta la habitación donde Marco las esperaba, abrazando de igual manera a su pequeña, dejando un beso en su cabeza.

El doctor que la atendía apareció luego de un largo rato de espera, con Seulgi acompañándolo.

Algo dentro de Lisa se comprimió al mirar ese par de ojos.

—¿Y bien? —Marco fue el encargado de romper el silencio.

El hombre de bata blanca se aclaró la garganta antes de comenzar a hablar. Les mostró algunas placas, y con ayuda de Seulgi les explicó qué eran las manchitas que aparecían en la imagen.

—El cáncer de pulmón ha hecho metástasis¹ al cerebro, formando dos tumores en él —dijo, en su voz se podía percibir una pizca de pena por la situación. —Conforme aumentan su tamaño, generan presión sobre el tejido que los rodea. De ahí tus dolores de cabeza cada vez más intensos —se dirigió a Lisa, quien permanecía muda en su sitio.

El llanto de su madre y el consuelo de su padre se escuchaban a miles de kilómetros de distancia, a pesar de tenerlos al lado.

Pero ella sólo podía pensar en una cosa.

Iba a morir.

















¹: Diseminación de células cancerosas desde el lugar donde se formó el cáncer por primera vez hasta otra parte del cuerpo. La metástasis se presenta cuando las células cancerosas se desprenden del tumor original (primario), viajan por el cuerpo a través de la sangre o el sistema linfático y forman un tumor nuevo en otros órganos o tejidos. El nuevo tumor metastásico es el mismo tipo de cáncer que el tumor primario. 

One, Two, I Love You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora