XXXI.

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-¡Hola mademoiselle! -Dua entró a su habitación saludando, con su característica energía rebosando y una pésima pronunciación de la última palabra.

Detrás de ella, el par de gemelos cargaban algunas bolsas.

-Hola -saludaron al mismo tiempo, provocando que Lisa riera.

-¿Qué hacen aquí? -preguntó divertida.

Amaba las visitas espontáneas que el trío solía hacerle, y en ese momento agradeció que aparecieran, pues comenzaba a aburrirse al no poder salir de casa, ya que aún se encontraba débil por la última quimioterapia que había recibido.

Además, Jennie llevaba un par de días sin aparecer, y la extrañaba a morir, aunque no lo admitiera en voz alta.
No quería molestarla, porque seguro tenía cosas más importantes que atender. Demasiado había hecho cuidándola la última vez debido a una fiebre que la atacó de repente. La castaña se quedó toda la noche a su lado, velando su sueño y cambiando cada cierto tiempo los trapos empapados de agua helada para bajar la temperatura. Lisa se había sentido culpable cuando despertó al día siguiente y no la encontró, pues se había marchado a la escuela sin dormir casi nada.

-Tarde de chicas -respondió la inglesa.

-De amigos -corrigió Cole.

-Ya veremos -susurró.

¿A quién querían engañar? Siempre que Dua decía eso, los gemelos terminaban con las uñas pintadas y usando mascarillas de todo tipo. No podían resistirse y les encantaba, aunque se empeñaran en negarlo.

-¿Qué hay en las bolsas?-.

-Esto te va a encantar -Dylan sonrió y metió la mano en una de las bolsas que sujetaba, sacando de ella una película.

Lisa abrió los ojos como platos al ver la portada del estuche.

-¡Jurassic World! -exclamó emocionada. Ellos sabían que era una fanática de la franquicia, y el DVD de El Reino Caído era el que faltaba en su colección. -Gracias-.

-No es nada, enana -Cole le dio unas palmaditas en la cabeza, sobre el gorro rosa que usaba ese día.

El apodo se debía a que, de los cuatro, Lisa era la más baja de estatura. Pero eso no significaba que en realidad fuera enana, al contrario, sus amigos eran gigantes. Por ejemplo, si Jennie se paraba al lado de ellos, seguramente les llegaría al hombro.

-Anda, hay que verla -Dua se tumbó en la cama, a un lado de su amiga.

Dylan colocó el disco en el reproductor y cuando la película comenzó, se tumbó en la cama, haciéndose un campo al igual que su hermano. Nadie entendía cómo podían estar los cuatro cómodamente en un espacio tan reducido.

La película avanzaba y los comentarios de los amigos no cesaban. Ninguno tenía idea de cuál dinosaurio era el que aparecía en pantalla, pero afortunadamente tenían a Lisa, quien se encargaba de instruirlos.

En un momento, Cole sollozó, llamando la atención del resto.

-¿Y a ti qué te picó? -Dua intentaba aguantar la risa ante las lágrimas de su amigo.

Dylan los ignoraba mientras devoraba un paquete de papitas.

-Se... s-se murió... -apuntó al televisor.

Al parecer, a nadie parecía importarle que el braquiosaurio hubiese muerto. O eso pensó, hasta que otro sollozo se unió a los suyos.

Todos se giraron a ver a Lisa, quien lloraba de la misma manera.

-¿Qué me ven idiotas? -dijo al sentir los ojos de sus amigos sobre ella.

Un segundo después, todos se partían de la risa sin motivo.

Sí, definitivamente el cuarteto era la mezcla más random que existía.

One, Two, I Love You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora