One, Two, I Love You.

XXXIX. / Pt. 1

—¡Jane! —trotó un par de metros hasta alcanzarla. —¡Me han aceptado en la universidad de Beijing!—.

Moonbyul caminaba al lado de Jennie mientras le contaba la noticia. Era el último día de clases y en el aire se respiraba la emoción por el verano próximo. Los estudiantes iban de aquí para allá, presumiendo los planes que pondrían en marcha a partir de mañana.

—Wow —se detuvo de golpe— ¿Te mudarás a China?—.

—Sip —también detuvo su paso.

—¿Y me dejarás a mi suerte en esta jungla llena de depredadores y seres salvajes que se hacen llamar profesores y compañeros?—.

—Es una manera amable de decirlo—.

—Te voy a extrañar mucho —puchereó.

—Entonces aprovéchame esta noche, ¿quieres ir al baile de graduación conmigo? —preguntó sin rodeos.

–¿Tú y yo? —la señaló y luego a sí misma— ¿Eso se puede? ¿No hay algún chico guapo y musculoso que te haya invitado ya?—.

—No me van los tipos así —hizo una mueca graciosa.

—Hmm —lo pensó por un minuto— esto te costará mucho—.

Moonbyul sonrió con malicia.

—Te daré lo que me pidas—.

—Cuando se me ocurra algo, te cobraré. Ahora debo ir por algunas cosas —se despidió, dejando un beso en su mejilla. —Nos vemos más tarde—.

La mayor se quedó estática su sitio, acariciando la zona donde los labios de Jennie habían estado segundos antes. Una sonrisa boba adornaba su cara, hasta que una voz la sacó de su ensoñación.

—Deberías aprender a disimular. No creo que a Lisa le agrade saber que estás enamorada de su novia—.

Dua la miraba como una madre miraría a su hijo al descubrir que ha hecho una travesura.

—¿Cómo lo sabes? —no se acobardó ni intentó negarlo.

—Tus ojos tienen ese brillo especial cuando estás con ella. Podrás controlar las reacciones de tu cuerpo, pero tu mirada nunca miente —se pasó una mano por el cabello, alborotando aquella melena corta. —Escucha, no quiero entrometerme. Jen te aprecia, pero Lisa es mi amiga desde hace años, y no me gustaría verla sufrir por una chica. No lo merece, y tú tampoco. Me agradas —le dedicó media sonrisa.

—No tengo ninguna intención de robarle la chica a Lisa, si eso es lo que te preocupa. De cualquier manera, yo no soy lo que necesita, y me mudaré en un mes—.

—¿Te vas? —preguntó, alzando ambas cejas con asombro.

La mayor asintió.

—Pero primero necesito asegurarme de que Jane se quede en la ciudad—.

—¿Qué?—.

Oh no, había metido la pata.

—¿No les dijo?—.

—¿Decirnos qué? —la sujetó del brazo al ver su intención de escapar.

Suspiró.

Tal vez algo de ayuda extra le vendría bien.

—A su padre le ofrecieron un trabajo en París —Dua abrió la boca, intentando decir algo, pero su garganta se negó a emitir sonido alguno. —No le digas a Lisa, por favor. Si Jane no le ha dicho es porque está buscando desesperadamente una manera de quedarse a su lado. No quiere darle falsas esperanzas, porque existe la posibilidad de que nada salga bien y termine marchándose —apretó los labios cuando terminó de hablar.

La más alta asintió, entendiendo de inmediato.

¿Cuánto más debían joderse las cosas para esas dos?

El tiempo pasaba y se terminaba para cada una, de maneras completamente diferentes.