XXVIII.

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—¡Quita tu mano, Lisa! No lo lograrás esta vez—.

Ambas se encontraban en la casa de los Kim, tiradas en uno de los sofás de la sala. Estaban rodeadas de envoltorios de comida chatarra que había sido devorada en su mayoría por la castaña, ya que la otra era sometida a una dieta más estricta.
Sus dedos se movían con rapidez por los botones de los controles de la consola, intentando ganarle a la contraria.

Lisa llevaba la ventaja gracias a, según Jennie, sus sucias estrategias de batalla. Y no era para menos, la chica sabía cómo distraer a su novia para ganar.

Invadir su espacio personal.

Dejar pequeños besos en sus mejillas.

Deslizar su mano "accidentalmente" por el muslo de la castaña.

Esas sólo eran algunas de las tácticas que había llevado a cabo para su cometido, y sonreía cada vez que escuchaba el bufido de Jennie por haber sido derrotada.

—Yo no estoy haciendo nada —dijo sin aparente interés, concentrada en el videojuego mientras una mano se escabullía entre la espalda de la castaña y el sofá, trazando círculos por encima de la tela de su camiseta.

Jennie estaba a punto de ganar, por lo que Lisa coló su mano por debajo de la tela, trazando con sus dedos la línea de su columna, erizando la suave piel a su paso.

Un escalofrío recorrió de pies a cabeza el cuerpo de la castaña, logrando que cerrara los ojos y se mordiera el labio inferior, olvidándose por completo del videojuego.

—¡Gané de nuevo! —un gritó de victoria resonó por toda la casa— ¡En tu cara Jennie Kim! —se separó de la chica para levantarse y hacer un baile ridículo— ¿Quién es la mejor? Yo soy la mejor—.

—Ugh, ya cállate —lanzó el control lejos de ella y se cruzó de brazos, visiblemente molesta.

—Admítelo, eres una pésima jugadora y no sabes aceptar tu derrota—.

Arqueó una ceja ante aquella mentira.

—O tú eres una experta en hacer trampa —dijo, evitando su mirada.

—Hmm, puede ser, sí —sonrió descarada.

—Me caes mal, Manoban—.

Lisa se llevó una mano al pecho, actuando a la perfección, como si aquellas palabras le hubiesen dolido en verdad.

—Yo te amo, Kim —contraatacó.

—Eres tan odiosa—.

—Y tú la persona más hermosa que jamás haya existido—.

Los ojos de Lisa brillaban con adoración. Jennie, por más resistencia que puso, no pudo evitar derretirse ante cada palabra.

Se levantó y la abrazó por la cintura, descansando la cabeza en su pecho, permitiéndose escuchar con atención aquellos latidos.

A pesar de los momentos difíciles que atravesaba, Lisa siempre tenía amor para dar, y era algo que amaba en ella.

—Tu corazón está loco —dijo después de varios minutos en esa posición.

—¿Por qué lo dices? —soltó una risita y acarició su cabeza.

—En un momento está latiendo desbocado y al siguiente va lento—.

—Es porque tenerte de esta manera me emociona bastante, me pones nerviosa —admitió. —Pero al mismo tiempo me calmas. Eres mi lugar feliz. La seguridad que necesito para saber que todo estará bien —besó su frente.

Era imposible no llorar al escuchar aquello, así que Jennie no lo evitó y le dio rienda suelta a sus lágrimas.

No quería perder a Lisa, a esas alturas una vida sin ella sería irremediablemente dolorosa.

One, Two, I Love You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora