One, Two, I Love You.

XLVI. / Pt. 2

—¿Cómo? —creyó haber escuchado mal.

—Mi vuelo sale esta noche, me mudaré a China —intentó sonreír, pero terminó con una mueca.

—Oh, eso... —bajó la cabeza, jugando con sus dedos.

—No tienes por qué decir algo. Es un nuevo comienzo y estoy emocionada —se sentó al lado de la otra chica en el sofá. —Admito que está algo lejos y no cuento con los recursos para visitarlos cada verano, pero regresaré una vez que termine la carrera. Espero que sigas aquí para presumirte mi título —bromeó, codeando suavemente a la menor, quien rió sinceramente.

—Lo siento —levantó la cabeza, dejando ver pequeñas lágrimas acumuladas en las esquinas de sus ojos. —Por... todo. Te traté horrible desde la primera vez que nos conocimos, y lo de la otra noche... Los celos me cegaron. Sé que Jennie te gusta —dijo. Moonbyul no pudo evitar sonrojarse. —Y si yo no lo logro... —hizo una pausa, derramando la primera lágrima— No encontraría mejor persona que tú para que cuidara de ella—.

—Lisa...—.

—Por favor. Si no salgo de ese quirófano, no la dejes sola. No importa que estés en otra parte del mundo, llámala a todas horas y preocúpate por su bienestar. Habla con los gemelos y Dua, y asegúrense que continúe con su vida como lo hacía antes de conocerme. No quiero que mi muerte la apague, no soportaría la idea de que cambiara de alguna manera por mi culpa —limpiaba con insistencia sus mejillas mojadas, pero era imposible detener la lluvia en sus ojos. —Le prometí que su corazón no sufriría daños colaterales, y míranos ahora —rió entre el llanto.

—Las promesas no siempre se cumplen —se relamió los labios— y es inevitable. La vida está en constante cambio y no podemos tener todo bajo control—.

Se encogió de hombros, haciendo un esfuerzo sobrehumano para dejar de llorar.

—Te voy a extrañar —admitió luego de varios minutos. —No eres mi persona favorita, pero... no sé. Tienes algo que hace que todos te quieran—.

La mayor sonrió al escuchar aquello, mostrando los dientes.

—También te extrañaré. A ti y a tu humor de perros —rodó los ojos con diversión. —¡Oh! Hay otra cosa—.

—Te escucho—.

—Es sobre Jennie. No irá a París —dijo llena de emoción, pero el sentimiento se fue apagando al ver que la otra no reaccionaba. —No pareces feliz con la noticia—.

—Ella no se quedará —suspiró.

—Pero, ha conseguido un empleo y podrá vivir sola...—.

—¿Su padre lo sabe? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.

—No. Le dirá cuando salgas del hospital—.

—No lo aceptará—.

—Tiene muchas cosas a su favor, estoy segura...—.

—¡No lo hará porque tenemos un trato! —espetó— Si vivo o muero, se irá. Esa fue la condición del señor Kim para acceder a pagar todo esto —extendió los brazos, señalando el lugar en general.

—Estás bromeando —dijo, incrédula.

—Es el precio que debo pagar —apartó la mirada.

—¡Eres una egoísta! ¿Te detuviste a pensar que esto la dañará más que cualquier otra cosa?—.

—Lo hago por ella, ¿no lo entiendes? Se merece algo mejor que todo lo que soy. Con el tiempo me olvidará y será feliz con alguien sin la incertidumbre que le provoco—.

—Basta. No puedo seguir escuchándote, por más que lo intento, jamás te comprenderé —se levantó y caminó hasta la puerta.

—Buen viaje. Espero que logres todo lo que deseas —fue lo último que escuchó antes de salir.