XLIV.

1.7K 256 7
                                    

—¿Estás nerviosa?—.

Su madre masajeaba delicadamente sus hombros, buscando borrar cualquier indicio de sentimientos negativos.

Los Manoban y los Kim se habían reunido después de la decisión del padre de Jennie, llegando a un acuerdo sobre el siguiente paso. Inmediatamente hablaron con el doctor encargado de tratar a Lisa para programar la cirugía. Él les había dicho que lo tomaran con calma, pues debían hacerle diversos estudios a la chica antes, no sin antes explicarles las posibles complicaciones que se presentarían durante o después de la misma.

Era arriesgado, y todos lo sabían, pero tomarían el riesgo.

—Sólo un poco. ¿Jennie no ha llegado? —preguntó.

—No debe tardar, cariño —le sonrió, retirando sus manos de ella.

Habían internado a Lisa en el hospital el día anterior, para tenerla en observación. Si todo estaba en orden, sería operada en tres días.

—JenJen nunca llega tarde —apretó los labios.

—Debió surgirle algún inconveniente. No te preocupes, ella llegará—.

Y tal como lo dijo Chitthip, el inconveniente de la castaña tenía nombre y apellido.

—¿Qué necesitas, Moon? No quiero ser grosera, pero tengo prisa —intentó apartarla de su camino.

Ambas estaban en el porche de la casa de los Kim. La mayor había ido a buscarla para disculparse, así que no se iría hasta decirle todo lo que tenía por decir.

—Espera Jane —la sujetó del brazo, impidiéndole el paso.

—Por favor —se estaba desesperando. Ella nunca era impuntual y Lisa lo sabía, no quería que se preocupara. —Déjame pasar—.

—Sólo escúchame, ¿sí? No te robaré más de cinco minutos—.

—Habla —se cruzó de brazos, golpeando el suelo con la punta de su zapato.

—Lamento lo de aquella noche —acunó su mejilla con una mano. —No quería causarte problemas, pero no podía irme sin probar esos labios —pasó el pulgar por la boca de la castaña. —En realidad, no tengo excusas, me declaro culpable de todo, excepto de lo que Lisa dijo. Jamás me interpondría entre tú y ella —retrocedió un paso.

—No hay nada que perdonar. También fue mi culpa por no apartarme a tiempo—.

—Entonces, ¿estamos bien? —la castaña rió y la abrazó como respuesta. —Oh, por cierto, tengo una idea perfecta para hacer que te quedes—.

—Me encantaría escucharla, pero voy retrasada —se separó y observó el reloj que llevaba en su muñeca izquierda.

—Yo te llevo, así te cuento todo por el camino—.

Claramente ninguna de las dos desaprovecharía una oportunidas como esa.

Una vez en el hospital, ambas corrieron hasta la habitación en la que se encontraba Lisa.

Tres toques en la puerta y una invitación para pasar.

—Ya estoy aquí. Lo siento —se acercó rápidamente a Lisa, besando su sien.

Una enfermera terminaba de tomarle una muestra de sangre, colocándole una bandita adhesiva.

—Mañana estarán listos los resultados —le dijo a Chitthip y salió de la habitación.

—¿Cómo te sientes? —preguntó Jennie a su novia.

—Bien —se removió incómoda.

—¿Segura?—.

—Yo... no —fijó su mirada en Moonbyul, quien había permanecido cerca de la puerta sin emitir sonido alguno. —Disculpa, ¿las conozco?—.

La pregunta tomó por sorpresa a la mayor, quien abrió los ojos a más no poder, dejando atrás por un momento cualquier rasgo asiático. No sabía de la constante pérdida de memoria de Lisa.

Jennie apretó los labios. No iba a llorar por más que quisiera hacerlo.

Pronto terminaría todo aquello.

One, Two, I Love You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora