XLII.

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—Es que no se puede ser más idiota—.

Lisa rodó los ojos. Se supone que estaba ahí para que sus amigos la apoyaran y la hicieran sentir mejor, no para recordarle lo que en el fondo ya sabía.

—¿Por qué no lo aceptas y ya? Los billetes van y vienen —Dylan seguía defendiendo su punto mientras jugaba con los cordones de su sudadera.

—No es tan fácil—.

—Sí lo es —Dua la interrumpió— sólo ve y dile que cambiaste de opinión. Tú eres quien lo hace complicado. Jennie tiene buenas intenciones, pero a ti te asusta cuando las personas quieren ayudarte. Deja de correr y madura de una jodida vez—.

—Lo hace porque te ama, no la apartes por sus sentimientos —Cole le dio un apretón en el hombro.

—No quiero deberle nada al señor Kim —agachó la cabeza.

—Tómalo como un préstamo entonces. Si todo sale bien, puedes conseguir un empleo y pagarle de a poco —sugirió la inglesa.

Genial. Tendría que trabajar hasta que su enfermedad la consumiera por completo sólo porque quiso vivir un par de años más.  No tenía sentido.

—Lo pensaré —les dijo para que dejaran de molestar con el tema.

No lo haría de todas maneras.

—Bueno —Dylan aplaudió— ahora lo siguiente. ¿Qué demonios pasó con Jennie y Moonbyul aquella noche? El texto que enviaste carecía de información—.

—Ni siquiera era informativo, solo expresó lo mucho que la odiaba —Dua la miraba con una sonrisa divertida.

Sintió como la sangre le hervía y su corazón se aceleraba al recordar aquello.

—La invitó a su fiesta de graduación y cuando la llevó a casa, la besó  —resumió, apretando los puños.

El trío de amigos se miró entre sí, asombrados, mas no dijeron nada al respecto.

—La desgracia te persigue —aunque Dylan no dejaría pasar la oportunidad para soltar uno de sus típicos comentarios.

—No tienes que recordármelo —suspiró, sintiendo esa molesta sensación en su pecho.

—Basta, no quiero seguir viendo esa cara de miseria —Dua se puso de pie, invitando a la más baja a hacer lo mismo con un movimiento de manos.

—Encuentra la cura para esta enfermedad de mierda y puede que la mejore un poco —bromeó, levantándose al igual que los gemelos.

—Bueno, nosotros nos vamos —dijo Cole. —Olvida tu enojo con Jennie y hablen —se despidió de Lisa, dejando un beso en su frente, al igual que Dylan. —Suerte—.

Ambos se alejaron, dejando al par de amigas.

—Ven —tomó su mano y la arrastró hasta su auto— conozco un lugar donde te sentirás mejor—.

Varios minutos después se encontraban frente a la casa de los Kim.

—Debes estar bromeando —dijo sin apartar la vista de la puerta principal— ¡Llévame a casa!—.

—No hasta que vayas y saludes —sonrió y presionó el claxon varias veces, ganándose golpecitos en el brazo por parte de Lisa.

La desesperación brotó de sus poros en cuanto la silueta de Jennie apareció en su campo visual.

La castaña se acercó al auto, confundida.

—Hola —saludó.

—¡Hola! Te traje a esta pequeña, tiene algo muy importante que decirte —palmeó su espalda y prácticamente la obligó a salir del auto, acelerando antes de que Lisa pudiera hacer algo.

Al verse sin escapatoria, sólo atinó a decir lo que sentía en ese momento.

—Lo siento. Te amo. No vuelvas a irte de esa manera—.

One, Two, I Love You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora