XIV. / Pt. 1

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-Encantado de conocerla, señorita -el padre de Jennie recibió a Moonbyul, tomando su mano con delicadeza y dejando un beso en el dorso de ésta.

Su esposa, por su parte, dejó un beso en la mejilla de la chica, quien se sorprendió por la amabilidad de los mayores.

Jennie no hablaba mucho sobre ellos, y cuando lo hacía sólo dejaba en evidencia la falta de su presencia.

Llegó a creer que eran seres perversos, lo peor del mundo.

Pero no, para su sorpresa, eran una pareja educada y amable, ambos llenos de energía y un intelecto asombroso.

-Gracias por invitarme, es un placer -dijo con una tímida sonrisa.

Jennie apareció en ese momento y sin aviso, la arrastró hasta su habitación.

-Hola, estoy bien, gracias por preguntar, ¿tú qué tal? ¡Oh, bien! Me alegra escuchar eso -habló Moonbyul con sarcasmo.

Jennie rodó los ojos.

-Es raro verte sin los suits y la ropa holgada -la observaba de pies a cabeza, provocando que la mayor se sonrojara violentamente.

Esa mirada felina tenía un poder inexplicable.

Moonbyul había optado por usar un vestido corto, en color negro, bastante sencillo pero que la hacía lucir atractiva.

Su rostro hidratado y libre de maquillaje, a excepción del delineado y el labial rojo, le daba ese toque salvaje que la caracterizaba.

Tenía una piel envidiable, ninguna imperfección a la vista.

-Bueno -carraspeó- no todos los días vengo a la casa de Jennie Kim y conozco a sus padres. La ocasión lo ameritaba -se encogió de hombros. -Tú te ves hermosa, creo que me dará un infarto -bromeó.

Su sonrisa gomosa apareció.

Ella también portaba un vestido, pero éste era color azul marino, de manga larga y con botones al frente.

Junto con un maquillaje dramático que simplemente hacía imposible apartar la mirada.

-¿Te gusta? -giró sobre su eje un par de veces.

-Sí -respondió sincera. -Lisa es una perra con suerte-.

La castaña golpeó juguetona el brazo de su amiga y, ante el llamado de su madre anunciando que la cena estaba servida, se dirigieron al comedor.

-Jennie, ¿no invitaste a la otra chica? -preguntó su padre al percatarse del lugar vacío- La que viene a casa todos los miércoles-.

-Ah, sí. Verán... -fue interrumpida por el sonido del timbre.

Y como si la hubiesen invocado, Lisa apareció en la puerta principal.

El brillo especial en la mirada de Jennie cada vez que veía a la pelinegra no tardó en aparecer.

Luchando contra todo, ahí estaba.

-Buenas noches, lamento la tardanza -se disculpó.

Dándole un vistazo rápido, Moonbyul se percató de la delgadez de la pelinegra. Cada día era más evidente, así como sus ojeras y la palidez de su piel.

-No te preocupes, llegas justo a tiempo, recién empezábamos -la señora Kim le restó importancia y la invitó a tomar asiento al lado izquierdo de su hija, pues el derecho lo ocupaba Moonbyul.

Lisa se sentó y la cena comenzó.

Los minutos transcurrían con normalidad, y una conversación amena se produjo entre los cinco.

La menor de los Kim agradecía internamente que sus padres no hayan soltado ninguna pregunta incómoda, todavía.

-Y bien, ¿hay algún afortunado ocupando su corazón en este momento, señoritas? -preguntó el hombre con una sonrisa traviesa.

Oh, no.

Tal vez se había anticipado.

One, Two, I Love You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora