XXXIII. / Pt. 1

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—Hola —fue el saludo que recibió al abrir la puerta.

Era sábado por la noche, y se encontraba sola en casa ya que sus padres tenían una cena de trabajo importante, por lo que llegarían tarde.

—¿Lili? ¿Qué haces aquí? —se tallaba un ojo con el puño, evidenciando que estaba durmiendo antes de la inesperada visita.

—Debemos hablar —sujetó con ambas manos el carrito con el que transportaba el tanque de oxígeno.

Esas palabras le provocaron un escalofrío a la castaña, pero lo ignoró, haciéndose a un lado para que la chica entrara.

—¿Sucede algo? —el miedo se apoderó de su cuerpo. La idea de que algo malo le pasara le aterraba.

—No, tranquila —pellizcó su mejilla suavemente. —Sólo quiero saber por qué huyes de mí—.

Te atraparon, Kim.

—Yo, eh, estaba ocupada. No huía —mintió.

Lisa sonrió al descubrir la mentira. Su novia era un libro abierto, pero lo dejó pasar.

—Entiendo—.

—¿Lo haces? —frunció el ceño. Resultó más sencillo de lo que imaginó.

—Sip —se encogió de hombros.

—Bien —dijo, no muy convencida.

El silencio se instaló entre ellas. No era incómodo, simplemente ninguna sabía cómo continuar o qué decir.

Las más alta la observó, escaneándola de pies a cabeza. Jennie iba descalza, con un pijama de Bob Esponja y el cabello desordenado.

"Muy maduro de su parte", su sonrisa se amplió al pensar eso.

Esa imagen era un gran contraste a la que solía dar.

—¿Qué es tan gracioso?—.

—Tú—.

—Idiota —bufó y se dirigió a la cocina por algo para beber.

Una risita se escapó de sus labios.

—Extrañaba tanto a tu yo gruñona llena de odio hacia mí —la siguió.

—No te odiaba —se sirvió jugo en un vaso.

—Oh, sí lo hacías —Lisa le quitó el vaso antes de que pudiera beber— tu cara lo decía todo cuando me acercaba—.

—Devuélvelo —suspiró la castaña. No estaba de humor para esos juegos.

—Quiero algo a cambio —Jennie plantó un sonoro beso en su mejilla, creyendo que eso sería suficiente. Le arrebató el vaso y bebió todo el líquido de un trago. —Muy bueno, pero no basta —con un movimiento rápido la sujetó por la cintura, pegándola a su cuerpo, amoldándose perfectamente.

Esa acción sorprendió a la castaña, quien observó a la chica frente a ella con detenimiento.

Amaba sus facciones. Cada lunar y cada pestaña estaban justo en el sitio correcto. A pesar de las notorias ojeras que adornaban sus ojos, Jennie seguía encontrándolos hermosos. Su propio universo en el cual disfrutaba adentrarse y perderse. Pero en ese momento había algo más en ellos, algo nuevo que encendió una llama en su interior.

Deseo.

La estaba mirando con profundo deseo, provocándole de nuevo escalofríos y logrando que su piel se erizara.

—Lisa... —su voz salió en un susurro.

—Si no quieres decirme qué ha estado sucediendo en tu cabecita, está bien. Pero no me apartes. No me dejes ir esta noche —dijo, sonando más ronca de lo habitual.

No podía controlarse, la cercanía y su perfume la embriagaban.

Sin pensarlo mucho, la sujetó por la nuca y la besó.

Pasión.

¿Era arriesgado? Tal vez.

¿Era demasiado pronto? Tal vez.

¿Estaba mal? No.

¿Se sentía bien? Sí. Sí. Sí.

Todo lo que Lisa hacía con ella se sentía más que bien.

Todo lo que Jennie le provocaba jamás estaría mal.

One, Two, I Love You.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora