CAPÍTULO 14

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Parecía que ese día iba a ser un horror a todas horas.

Me puse rígida cuando descubrí las intenciones de las muchachas. Las tres se habían levantado de sus sillas de madera pero, lo peor de todo es que, estaban caminando hacia la mesa dónde se encontraban Adonis, Jir y los demás.

Intenté pararlas pero fue en vano. Edith se giró un momento y me guiñó uno de sus ojos verdes, mientras que yo, cada segundo que pasaba, estaba más histérica. Las seguía desde unos pocos metros atrás, viendo como cada vez, estaban más cerca de la mesa redonda donde se hallaban los cinco muchachos.

Vi, desde la lejanía, como Blaise, el amigo de Jir de cabello negro, se había dado cuenta de que las cuatro nos dirigiamos hacia ellos y, él, avisó a sus amigos, señalandonos con su barbilla casi perfecta, mientras murmuraba algo que no pude descifrar.

Al llegar a la mesa, todos los ojos y la atención de los cinco muchachos fueron desviadas hacia nosotras, con clara curiosidad.

Decidí hablar antes, por miedo, de que una de las otras tres dijera alguna locura que me dejara por los suelos

- No tengo ni la menor idea de lo que dirán -advertí, adelnatándome a que alguna de las otras tres hablara-, pero no me hago responsable -dije casi sin aliento y Kai y Adonis rieron de mi comentario, mientras clavaban su mirada en mí, algo atontados, cosa que no entendí muy bien.

Mi hermano, que estaba en medio de ambos, les dio un codazo, que no intentó ser disimulado, y eso causó que los dos jóvenes reaccionaran e intentaran ponerse serios sin mirarme demasiado.

- Brenda -comenzó Agnes y casi noté como empalidecía-, nos ha dicho que tú y ella sois primos, ¿es cierto? -le preguntó ella a Adonis, sin escrúpulos.

No entendía porqué hacían eso, es decir, ya les había dicho que éramos primos, ¿porqué no me podían creer?, ¿por qué tenía que pasar ese mal rato y qué el grupo de mi hermano supiera que habíamos estado hablando de ellos?

Adonis escuchó atentamente a Agnes, pero en vez de mirarla a ella, me miraba a mí, con una sonrisa cómplice, la cual no correspondí.

- Bueno -comenzó a contestar Adonis y mis nervios aumentaron por lo que fuera a decir el muy atrevido-, en realidad sí somos primos. No sé porqué no la habéis creído -intentó defenderme, cosa que agradecí-. Pero, para mi suerte, no lo somos de sangre -me guiñó un ojo.

Noté como me ruborizaba casi de inmediato y aparté mi mirada de él lo más rápido que pude, siendo consciente de la atenta mirada de todos sus amigos y las mías. De reojo, vi como mi hermano le daba una colleja a Adonis y, él, por la fuerza que había utilizado Jir, se frotaba la nuca con una sonrisa. Era un poco raro, le tenía que dar la razón a mi tío.

- ¿Podemos irnos ya, por favor? -pregunté algo cohibida e incómoda.

- Sí tomate, podemos irnos -contestó Agnes burlonamente y yo la fulminé con la mirada. Creo que ese momento no era el mejor para que ella se riera de mí.

Sin importarme lo más mínimo la conversación que estaban comenzando a tener mis amigas y los amigos de mi hermano, me di la vuelta y comencé a caminar hacia la salida decidida. No podía soportar quedarme más en ese lugar, no me sentía cómoda.

Salí del comedor y me senté en uno de los bancos de madera oscura que había en el exterior, rodeado de flores y árboles veraniegos. Pocos segundos después, vi cómo las muchachas salieron del comedor, buscándome con la mirada, hasta que me encontraron.

- ¿Por qué habéis hecho eso? -pregunté.

- Solo queríamos saber si era verdad -contestó Angela con voz preocupada mientras se sentaba a mi lado.

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