CAPÍTULO 29

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Al día siguiente, me desperté más temprano de lo habitual.

Normalmente, me despertaba con el tiempo justo para poder llegar a desayunar al comedor. Pero aquel día no tenía pensado asistir a este y mucho menos al centro estudiantil, sino que, ese día volvía a mi casa, a la mansión, con el único propósito de liberar a mi hermana de su habitación y, claramente, hablar con mi padre.

Después de vestirme y acicalarme, saqué de la mochila de cuero los libros necesarios de mis asignaturas de la institución y los dejé amontonados encima del escritorio.

Y, a cambio de los libros, metí algo de comida que había recolectado del salón, ya que las muchachas y yo habíamos ido alguna vez a Alley Street y nos habíamos dedicado a comprar comida barata, para casos nocturnos en los que nos dedicábamos a comer y charlar. Pero solamente había cogido una parte muy pequeña de toda la comida que teníamos guardada en el extenso mueble de madera clara.

Una vez decidí que estaba preparada, salí sigilosamente de casa: no quería despertar a las muchachas. Pero antes de salir, dejé una pequeña nota, apoyada en una figura albina que simulaba una persona sentada con las piernas cruzadas, que se encontraba en el centro de la mesita del salón:

"Muchachas, vuelvo a casa, pero volveré en unos pocos días.
Por favor, cubridme en el centro. ¡Nos vemos pronto!"

Y, seguidamente, crucé el pasillo, aún oscuro, por la poca iluminación que podía entrar por las ventanas por culpa del inicio del amanecer, y cuando abrí la puerta de madera para salir de mi pequeño hogar, giré el pomo, hecho del mismo material que la puerta, y me quedé de piedra al ver quién me esperaba al otro lado.

Los muchachos; Blaise, Alaric, Jir y Kai, estaban mirando con muecas el interior de sus mochilas de cuero en las que, podía llegar a ver con algo de dificultad, llevaban ropajes y comida, mientras discutían entre ellos, intentando no alzar mucho la voz.

Aquella escena dónde todos discutían entre ellos, casi en susurros, mientras se culpaban los unos a los otros de lo que habían decidido meter dentro de la mochila, se me hizo bastante divertida, pero la verdad es que no esperaba para nada encontrarlo sahí parados.

Primero me vio Jir, después, Alaric, que estaba de espaldas a mí, se giró, deduje que por los ojos de mi hermano clavados en mí y, seguidamente, me vieron Kai y Blaise.

— Buenos días —me sonrió Blaise al verme, tan encantador como a menudo.

— Buenas —saludé, algo seria, por aquella visita mañanera inesperada—, ¿qué hacéis aquí? —pregunté con curiosidad, mientras agarraba con mi mano derecha la cuerda de la mochila de cuero para impedir que todo el peso recayera sobre mi hombro, ya que, pesaba más de lo que estaba acostumbrada.

— Te estamos esperando —dijo Kai, a modo de saludo—, si salimos ya, llegaremos a los portones del recinto antes de que inicien las clases y alguien nos eche en falta —informó, como si lo tuviera estudiado.

— ¿Me vais a acompañar?

— Supongo que he madrugado por algo, ¿no? —habló Alaric sarcásticamente, ya que casi siempre llegaba unos minutos tarde al comedor por las mañanas.

Después me dedicó una sonrisa amable, la que siempre solía ofrecerme para saludarme antes de decir alguna broma sobre lo qué sea que nos rodeara.

— Pero, ¿por qué? —pregunté, intrigada y confusa—. Ayer me dijiste que no era una buena idea, más bien una demencia y, ¿después de dejarme claro que no me acompañarías, ahora estás dispuesto a hacerlo? —me dirigí a Jir, que me miraba con atención, como si aún se estuviera planteando qué hacer.

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