Caminamos con lentitud por el pueblo, como si estuviéramos dando un paseo, pero por la multitud de nuestro alrededor y nosotros caminando entre ellos, como si pasaramos por una pasarela, parecía que, en vez de acercarnos a nuestra batalla final, nos acercaramos a nuestra muerte.
Los habitantes del pueblo murmuraban y gritaban ansiosos por ver la batalla, mientras que yo, después de cerrar los ojos con fuerza y respirar profundamente para calmarme, solamente veía a la masa de gente, pero no la escuchaba.
Había llegado a mi límite. Estaba demasiado estresada como para dejar que todos los comentarios, críticas o gritos, buenos o malos, que nos lanzara esa gente que nos rodeaba, me pudiera afectar más de lo que ya me había afectado toda la situación por la que estaba teniendo que pasar.
Miré a mi alrededor un poco más calmada.A mi lado tenía a Jir, que caminaba con la espalda recta y seriamente, mientras miraba hacia delante e ignoraba a la multitud. A su lado estaba Alissa, que miraba a su alrededor algo perdida y asustada. Delante de nosotros teníamos a Circe, que nos guiaba mientras que, delante de ella había un guardia mago alto y musculoso, que mantenía el orden entre los pueblerinos.
Las chozas viejas eran tapadas por la gente que saltaba y se empujaba entre ellos mientras gritaban cosas que yo misma me impedía escuchar. No me apetecía oír nada. Solamente quería irme de ahí. Solamente deseaba marcharme lejos a un lugar tranquilo y pacifico, donde nadie me encontrara.Quería hacer lo mismo que había hecho unos días atrás con Adonis mientras salíamos abucheados del comedor: imaginarme que estábamos juntos en otro lugar totalmente diferente al que estábamos en ese momento.
Sin embargo, en vez de hacer eso; intentar imaginarme un lugar similar al que deseaba en esos momentos; pensé en otra escena.
Una escena que ya había vivido anteriormente, pero que era muy similar a la que estaba viviendo en ese instante.
Apreté, con fuerza, mis puños a los lados de mi cuerpo mientras recordaba aquel momento en el que tanto pudor pasé. el solsticio del final del verano.Cuando mis hermanos y yo bajamos lentamente por las escaleras de la mansión, pisando aquella alfombra roja con esa rosa negra pura cosida en el centro de esta. Mi brazo rodeaba el de Jir, mientras que en el otro lado de mi hermano se encontraba Alissa, que también agarraba a mi hermano y, mientras bajábamos las escaleras, fue cuando lo vi.
Adonis estaba en ese rincón entre el salón y la ventana que daba a los jardines delanteros de la mansión.Él me miraba fijamente mientras me mandaba la primera sonrisa arrogante, y la cual, sin aún saberlo, me había conquistado siendo una simple sonrisa de psicópata.
Recuerdo apartar rápidamente la mirada sobre él, pero cuando lo volví a mirar, él se reía con sus amigos mientras me observaba. Nunca había descubierto de qué se reía, aunque creo que ese tampoco era el momento de preguntarselo.
Seguíamos caminando hacía la batalla final y a él y a mis demás amigos los había perdido hacía rato, solamente caminaba con mis hermanos y Circe.
Seguimos caminando. La gente caminaba a nuestro alrededor, siguiéndonos, sin perderse ninguno de nuestros pasos. Me obligué a dejar a un lado mi recuerdo de la primera vez que vi a Adonis, cuando lleguemos hasta la entrada de Zenda, donde podía ver a lo lejos algunas tiendas de campaña colocadas entre los árboles del bosque.
El recuerdo me había servido para evadirme de todo lo que me rodeaba en esos momentos, pero cuando llegué al lugar indicado supe que era hora de dejar de lado mis pensamientos.
Podía ver el cartel del pueblo de Zenda a la entrada de este, a unos metros de mí. Había un pequeño espacio de barro helado en el que se separaba el extenso bosque del comienzo del pueblo.
Claramente la batalla final se celebraría entre el pueblo de las brujas y el bosque de su territorio, donde ahora, habitaban mi padre y su secuaces, esperando la guerra de la que tanto nos habían hablado Alison y Diana que, por cierto, no había visto desde el anterior día y se me hacía algo extraño.
— Por fin llegáis —dijo mi padre a modo de saludo, mientras frotaba sus manos por el frío.
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LA ROSA NEGRA
FantasyBrenda, una princesa guerrera, empieza su primer año de Instituto en el centro de Magia y Guerreros. Allí conocerá a sus primeros amigos, como a su primer amor, pero junto a eso también se desencadenará una continuidad de trágicos acontecimientos co...