CAPÍTULO 61

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ADONIS

Luchaba contra un hombre de mi misma altura, de cabello negro y ojos verdes llenos de rabia y gracia al moverse con agilidad luchando. Al ser un soldado, sabía bien que estaba disfrutando de la batalla.

Me movía con agilidad y aunque las armas no se me dieran genial, me apañaba bien, ya que, al ser guerrero, era muy bueno luchando, pero, sinceramente, mis manos eran la mejor arma que tenía. Sin embargo, solamente tenía la oportunidad de utilizarlas para empuñar la espada y luchar por mi vida si no quería que ese soldado me matara en la orilla de mi pueblo de origen, pero en el que me crié unos pocos años de mi vida.

Mientras seguía chocando mi espada con la del moreno soldado, pude ver a un costado de éste como alguien se acercaba a nosotros con rapidez, hasta que pude asegurarme de quien era.

Seguidamente, vi como otros lo seguían corriendo a lo lejos y cuando vi que nadie más venía hacia nosotros, me enfurecí e hice que la batalla que estaba teniendo contra aquel soldado duramente entrenado, se acabara con prisa.

Siempre me había gustado ejercitarme, así que, la fuerza que poseía en mis brazos eran mi verdadera arma mortal. Sabía bien que muchos no tenían la misma fuerza que yo y esa era mi fortaleza.

Me deshice con rapidez de la espada del soldado y luego tiré la mía hacia un lado. El recluta se quedó mirándome con sorpresa, y aproveché ese momento para pegarle unos cuantos puñetazos hasta tumbarlo en el suelo, y asegurarme de que era totalmente libre y que no vendría detrás de mí a matarme, ya que lo había dejado inconsciente.

La última vez que había dejado inconsciente a alguien había sido a aquel muchacho, Marcus Bell, y después de ver la reacción de Brenda, aún siendo un psicópata y no tener ningún sentimiento, fue algo que me marcó por completo. Prometí controlarme, pero en ese momento, debía hacer algo de inmediato y no tenía tiempo de entretenerme a jugarme la vida con un soldado.

Me acerqué rápidamente a Blaise, que era el que había visto hacía un par de minutos acercarse a todos nosotros, seguido de Ada y Agnes.

- ¿Qué hacéis aquí? -miré con atención a Blaise que luchaba contra otro soldado moreno.

- ¿No está claro? El padre de Jir y la reina demente se han marchado a algún lugar y nosotros nos hemos acercado a ayudaros -respndióó mientras lanzaba un hechizo a uno de los soldados y este lo esquivaba con algo de dificultad.

Me aparté un poco para que no me sucediera nada y entonces miré a mi alrededor con frustración, hasta que me encontré con la relajada bruja Agnes, que luchaba contra otro soldado castaño, con demasiada facilidad. Así que, decidí acercarme a aquella lucha tan calmada.

- Agnes, ¿dónde está Brenda? -pregunté con inquietud.

- ¿No ves que estoy luchando? -me dijo con la voz serena, pero con su típico desagrado.

- Me importa una mierda lo que estés haciendo -me enfadé-, ¿dónde está Brenda? -repetí y ella suspiró con cansancio.

Agnes se puso rígida y terminó la batalla contra el castaño de un solo movimiento de muñeca, haciendo que de su varita saliera una luz azul celeste.

- No lo sé ¿Qué te hace pensar que soy la niñera de tu compañera? -me dijo cuando guardó su varita entre su armadura y cruzó los brazos al mirarme.

Entrecerré los ojos, mirándola con desdén, hasta que, finalmente se dignó a contestar.

- Supongo que estará con Alice y Alissa por ahí -señaló el lugar donde se hallaba la base que, según Vairon, era la tienda donde le habían pegado la paliza a Jir.

Me aparté de Agnes y comencé a correr, dejando atrás la orilla y la batalla que estaban teniendo mis amigos contra profesionales para matar. Debía encontrar a Brenda. Necesitaba saber si estaba bien. Su padre tenía retenido a Jir, pero si se daba cuenta de que no era a él al que necesitaba, seguramente, fuera a por Brenda y no permitiría que ese hombre la tocara nunca más.

Brenda me había contado su pasado con su padre y lo que les hizo a sus hermanos, a nuestros amigos y a ella. Yo le había prometido que no le volvería a suceder nada con su padre. Si no llegaba a cumplir mi promesa no me lo perdonaría jamás, así que, cuando llegué a donde Agnes me había señalado comencé a buscarla, pero no hubo ningún éxito.

- ¿Qué es lo que pasa? -escuché la voz de Kai y me giré.

- ¡Qué susto! -gritó Agnes y le tapé la boca con rapidez.

- ¿Me estáis siguiendo? -pregunté, alternando mi mirada marrón entre los dos.

- Es que me aburría y tenía curiosidad por saber a dónde ibas -admitió Agnes después de quitar mi mano de su boca con brusquedad.

- Yo os he visto correr hacia aquí y no sabía si sucedía algo grave -respondió Kai.

- Estoy buscando a Brenda -les informé para que no me molestaran más y me puse a caminar hacia la tienda de campaña, por si ella estaba escondida allí.

- No está en la tienda de campaña, Adonis -me informó Kai y yo me giré y fruncí el ceño-. Huelo su rastro. Se ha ido por ahí -señaló delante de él.

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