Amores de libro.
Erick Reed
El principio de la tarde pasó rápido, estuve estudiando y preparando algunas cosas para el proyecto de debate, hasta que mi teléfono empezó a sonar.
— Hola cielo.
— Hola mamá. —dije sin ganas.
— ¿Cómo te va?
— Muy bien, con exámenes y todo eso
— Hola hermanito —escuché como decía Jon desde el fondo.
— Mamá, no dejes que se ponga al teléfono.
— Tarde. —dijo Jon.
— Mierda. —resoplé.
— Anda deja de quejarte y cuéntale a tu hermano mayor cómo te va todo.
— Nunca has hecho el papel de hermano mayor, no intentes hacerte el simpático ahora que estoy lejos.
— Vamos Erick, no seas un borde, sabes que me importas.
— Pues estoy en mi habitación esperando a una amiga para hacer un trabajo.
— ¿La chica qué te gusta?
— ¿Qué dices?
— Mi hermano no deja entrar a cualquiera a su habitación.
— ¿Lo sabes por experiencia, ¿verdad? —le pregunté riendo.
— Tú cambia de tema, pero esa chica tiene que ser importante. Recuerdo que estando en casa nunca traías a chicas a tu habitación.
— No saques cosas de contexto.
— No lo hago
— Sabes que sí. —dijo ignorándome.
— Me voy, te paso con mamá.
— Espera. —dije. —¿Qué tal las cosas con papá, Jon?
— Vamos tirando, ya sabes cómo es.
— No le hagáis enfadar ¿Vale?
— Adiós pesado. —Se despidió. —Y usa protección. —dijo gritando desde lo lejos.
— ¿Por qué dijo eso tu hermano? —me preguntó mi madre.
— Déjalo mamá, Jon es un imbécil.
— No insultes a tu hermano Erick —me regañó.
— Perdón mamá.
— ¿Cómo estás de lo tuyo, tomas tus pastillas?
— Si mamá, está todo muy bien.
Y le decía la verdad, llevaba un mes entero limpio, tomaba alguna cerveza cuando salía con los chicos, pero nada más fuerte, Gress me había ayudado mucho y siempre que sentía que iba a recaer él venía conmigo y hacíamos cualquier cosa para distraerme.
— Me alegro mucho, ¿Necesitas más pastillas?
— No, aún me quedan unas cuantas.
— Está bien, bueno cariño voy a colgar que tengo varias cosas que hacer.
— Adiós mamá, cuídate.
Cuando colgué recogí un poco mi habitación y lo acabé de preparar todo para cuando viniera Emma.
Mi hermano tenía razón, no sé qué tenia de especial Emma, que había conseguido entrar en mi habitación más de una vez, cuando yo nunca solía dejar entrar a alguien nuevo o que acababa de conocer.
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Quererte sin querer
RomanceEmma, soñaba con un amor de libros, donde la protagonista lo daba todo por el chico del que estaba enamorada. Pero se dio cuenta que en la realidad eso no existía, que no eran más que cuentos, que se le contaban a los niños para hacerles creer que e...