CAPÍTULO 38

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Emma, mi Emma

Erick Reed

— ...puede oírme?

Cuando empecé a abrir los ojos, sentí como varias personas me subían a una camilla y me cubrían con un tipo de manta que hacía que entrara poco a poco en calor. Una mujer que iba a mi lado no dejaba de hablarme, pero solo era capaz de escuchar zumbidos que se parecían algo a una voz.

— ¿Cómo... te llamas? —Escuche con dificultad. — ¿Me oyes?

Preguntó al ver que no contestaba y había abierto los ojos, así que yo asentí con mucho dolor en la cabeza.

— ¿Puedes intentar decirme tu nombre? —Me preguntó de nuevo

— Erick. —Dije con un hilo de voz.

— Está bien Erick, ¿Recuerdas lo que pasó? —Negué con la cabeza.

— Sus niveles de alcohol y drogas en sangre son elevadísimo doctora.

— No... Yo no... —Dije levantándome de golpe al escuchar a aquel enfermero decir eso.

— Erick tienes que estar tranquilo, es importante que respondas a mis preguntas ahora. —Dijo volviendo a recostarme sobre la camilla. — ¿Recuerdas lo que pasó?

— No.

— ¿Eres consciente de haber tomado esos estupefacientes?

— No... Yo no tomé nada.

— ¿Sabes cómo llegaste aquí?

— Con unos amigos. —Contesté. —Pero no estoy seguro.

— ¿Sientes dolor en algún lado más del cuerpo?

— La cabeza y las costillas.

— ¿Qué sientes exactamente en tu cabeza Erick?

— No recuerdo nada claro, solo siento dolor, mucho dolor.

— Puede que tengas algo de amnesia temporal, pero lo más seguro es que te llevemos al hospital para que te revisen.

— Yo... no puedo. —Dije volviendo a hacer el amago de levantarme, con la mala suerte de que esta vez sentí un gran pinchazo en el costado, que hizo que me retorciera de dolor y empezara a verlo todo negro.

— ¡Preparar la ambulancia! —Gritó la doctora. —Erick, intenta mantener los ojos abiertos, háblame sobre algo, pero no cierres los ojos.

Y entonces vi una cara, ya no sé si era por los delirios o por qué, pero la vi a ella.

— Emma Walsh. —Dije en voz baja.

— ¿Quién es ella Erick? —Dijo la doctora subiendo a la ambulancia conmigo.

— Emma Walsh. —Repetí, mientras sentía como los ojos se me inundaban de lágrimas. —Emma...

— Está bien, no te preocupes. —Dijo y me acarició el brazo, para luego dirigirse a su compañero que me estaba colocando una vía en el brazo. —Martin, busca a esa chica y llámala.

 —Martin, busca a esa chica y llámala

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Hasta el próóóóximo ❤✨👋🏼

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