Unas copas y se me va la lengua.
Emma Walsh
La semana pasó más rápido de lo normal, ya era domingo y a la mañana siguiente tendría que exponer con Erick nuestro trabajo de debate. No habíamos vuelto a hablar mucho desde lo que me pasó con él en casa hace unos días, nos habíamos centrado en hablar del trabajo, aunque las cosas estaban algo tensas entre los dos.
En casa, las cosas no iban muy bien, hablé con mi padre sobre lo que Rubens me había dicho, y las suposiciones de mi hermano eran ciertas, mis padres estaban en trámites para el divorcio.
Mi padre me dijo que, en el caso de ellos, mis hermanos pequeños se quedarían con él en casa, ya que mi madre se quedaría en Londres con Ivy. Al principio no me afectó mucho, pero cuando empecé a pensar en mis hermanos... Se me vino todo abajo, puede que mi madre no haya sido conmigo la mejor, pero a mis hermanos pequeños siempre los había cuidado y había estado ahí para ellos... Mi padre me había dicho que mejor no hablara por ahora con mis hermanos, que cuando acabara el caso en el que estaba metido ahora, que, por cierto, le estaba ocupando la mayoría de las horas del día, hablaría con ellos.
Tenía que dar gracias a que Alex estaba con nosotros, ya que gracias a él mis hermanos estaban vigilados las casi veinticuatro horas del día.
Ahora mismo, estaba acostando a Candice y Alec, mientras yo me había quedado recogiendo la cocina para que él se pudiera ir antes a casa.
— Ya están acostados. —Dijo entrando en la cocina.
— Muchas gracias Alex, si quieres puedes irte, esto ya lo recojo yo.
— Cuatro manos van más rápido que dos.
Acabamos de recoger la mesa entre los dos; en unos quince minutos fregamos todos los platos. Al final acabé agradeciendo que me ayudara, y le ofrecí una copa antes de irse.
— ¿Tu padre sabe, que tú sabes dónde guarda el alcohol? —Me preguntó sonriéndome y acompañándome al salón.
— Alex, yo soy la que lo tiene escondido.
— Wow, que rebelde. —Dijo irónicamente.
Puse los ojos en blanco y cogí dos copas del mueble del salón.
— ¿Un mal día? —Me preguntó.
— Mala semana. —Dije llenando su copa y luego la mía.
— ¿Y puedo saber por qué?
— Mis padres se van a divorciar. —Solté, haciendo que Alex se extrañara.
— ¿Tus padres?
— Ajá, pero no digas nada, mis hermanos no lo saben aún.
— ¿Y no te extraña? —Me preguntó al notar mi indiferencia.
— Nunca he tenido una buena relación con mi madre, y saber que se van a divorciar, solo me hace aclarar una cosa, y es que mi madre es una egoísta que solo piensa en sí misma y prefiere estar por Londres con su hija que ya es mayor de edad, antes que quedarse con sus hijos pequeños. —Dije para después darle un trago a mi copa.
— Vaya, si tenías cosas que soltar. —Dijo sonriendo, con esa sonrisa que hacía que cualquiera se volviese loco. —¿Pasa algo?
— ¿Qué? —Pregunté atontada.
— Te me has quedado mirando.
— ¿Yo? —Pregunté avergonzada.
— Sí. —Dijo volviendo a sonreír y dejando su copa en la mesa.
— Pues puede ser.
— ¿Y por qué me mirabas?
— Cualquiera te miraría igual que yo Alex, eres guapísimo. —Dije, pero cerré la boca enseguida al darme cuenta de que eso lo había dicho en voz alta.
— Gracias, tú también. —Contestó acercándose a mí.
No sé qué fue lo que pasó por mi mente, pero también me acerqué a él, su mano pasó por mi brazo hasta quedarse en mi cara, la acarició con suavidad y me apartó el pelo para colocármelo detrás de la oreja. Mi mano subió con rapidez hacia su nuca acariciándole el pelo y haciendo pequeños círculos con los dedos en la nuca.
Alex colocó su otra mano en mi cintura y tiró hacia mí, yo cogí nuestras copas y las solté en la mesa, para sentarme a ahorcajadas sobre él. Y sin pensarlo, junté mis labios con los suyos.
Al principio fue una sensación extraña, pero después me olvidé de todo y me dejé llevar, Alex bajo sus manos hasta mi trasero y lo apretó con fuerza mientras que yo le tenía la camiseta cogida con el puño acercándomelo más. Nuestras lenguas jugaban entre sí, haciendo que la temperatura entre los dos empezara a subir más y más, y con ello la intensidad.
Pero fue cuando Alex metió una de sus manos por dentro de mi camiseta y me acarició la espalda desnuda, cuando todo cambió. Ese no era el tacto que yo anhelaba, no era la conexión que quería sentir, no era la corriente que deseaba, y lo sabía porque mi cuerpo buscaba a Erick ante ese tacto.
Alex debió notarlo porque se separó de mí y me miró.
— Mejor paramos. —Dijo sonriendo y colocándome el pelo detrás de la oreja.
— Lo siento. —Dije avergonzada, levantándome de encima de él para que se pudiera levantar.
— No tienes nada que sentir, simplemente hay alguien más en tu cabeza.
Le sonreí y le seguí hasta la puerta.
— Besas muy bien. —Dije.
— Tú también. —Dijo dejándome un beso en la frente. —Nos vemos mañana Emma.
— Adiós.
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Quererte sin querer
RomanceEmma, soñaba con un amor de libros, donde la protagonista lo daba todo por el chico del que estaba enamorada. Pero se dio cuenta que en la realidad eso no existía, que no eran más que cuentos, que se le contaban a los niños para hacerles creer que e...