Mis versiones y mis sombras.
Erick Reed
Llevaba unos veinte minutos conduciendo, cuando llegamos a un pequeño restaurante italiano, que descubrí sin querer al perderme un día volviendo de clase.
― No sabía que conocías este sitio.
― ¿Tu sí? —Le pregunté.
― Venía de pequeña a comer aquí todos los fines de semana con mi familia.
― Si quieres vamos a otro sitio. —Dije recordando la conversación de su familia.
― No, está bien aquí.
― Pues vamos. —Abrí la puerta del restaurante invitándola a pasar.
― Gracias.
― Buenas tardes. —Nos dijo una señora mayor. — ¿Mesa para dos?
― Si por favor. —Contesté y acerqué mi mano a la de Emma para seguir a la mujer.
― ¿Emma Walsh? —Dijo la señora cuando nos dejó en la mesa y miró a Emma.
― Hola Rosy. —Dijo con una sonrisa cálida.
― Oh cielo, hacía mucho tiempo que no te veía por aquí. ¿La última vez fue hace cuatro años? —Se preguntó. —Y mírate ahora, toda una señorita. Cada vez te pareces más a tu madre.
Emma únicamente asintió y sonrió en forma de agradecimiento.
― Hace una semana la vi con tu padre, vinieron a cenar. —Nos contó, aunque esta vez no recibió nada en respuesta, por lo que se limitó a cambiar de tema. —Bueno pareja, ¿Qué queréis de beber?
― No, no... —Dije.
― No somos pareja. —dijo Emma sentándose en frente de mí.
― Perdonadme, una no se acostumbra a no emparejar a todas las personas que hacen bonita pareja.
― No importa. —Le dije sonriendo. —Yo quiero una botella de agua.
― Otra para mí.
― Está bien, aquí os dejo las cartas. —Dijo y me miró a mí. —Aunque creo que ya sé que va a pedir esta jovencita. —Me sonrió y se fue.
― Luego soy yo al que conoce todo el mundo.
― No es lo mismo. —Dijo y me sonrió. —Pero dejemos eso atrás, y vamos a por lo que hemos venido.
― Ah es verdad, tu interrogatorio.
― No es un interrogatorio, solo quiero saber más de ti.
― Vale. —Dije y el camarero dejo las bebidas en la mesa y apuntó nuestro pedido. —Pero yo también quiero preguntar. —acoté cuando se fue.
― Me parece justo.
― Pues cuando quieras.
― ¿Quién fue la primera persona que te rompió el corazón?
― Una chica de mi anterior instituto, pensaba que los dos estábamos igual de enamorados... pero resultó que no.
― Debió dolerte.
― Lo hizo, pero aprendí —Dije y me encogí de hombros. — ¿Por qué nunca les dices a los demás lo que realmente piensas?
― Me da miedo que pueda ser usado en mi contra. —Me contestó.
― Pero quizá si dijeras lo que piensas más a menudo, la gente te respetaría más.
― Supongo. —Sonrió. — ¿Lo tuyo con tu padre es así de siempre?
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Quererte sin querer
RomanceEmma, soñaba con un amor de libros, donde la protagonista lo daba todo por el chico del que estaba enamorada. Pero se dio cuenta que en la realidad eso no existía, que no eran más que cuentos, que se le contaban a los niños para hacerles creer que e...