Calidez.
Emma Walsh
Unas dos horas después de que Erick dijera que nos teníamos que ir, salíamos de su casa. Un taxi nos esperaba en la puerta.
Cuando subimos mi teléfono empezó a sonar.
— ¿Sí? —Dije llevándomelo a la oreja mientras me ponía el cinturón.
— ¿Cuándo piensas venir? —Dijo Morgan al otro lado del teléfono.
— Vamos de camino. —Dije a la vez que le decía a Erick con quien hablaba.
— No nos va a dar tiempo.
— Dios mío Morgan, si nos lo va a dar. —Dije resoplando. —Llegamos, comemos y nos vestimos.
— Si, pero las duchas, maquillarnos, fotos...
— Yo ya voy duchada.
— ¿Uy y eso...? —Dijo con tono de intriga y soltando una carcajada.
— No cambies de tema.
— Está bien. —Dijo. —Avisa cuando lleguéis y así nos bajamos al comedor.
— Vale, adiós.
Cuando colgué Erick me miraba con mala cara.
— ¿Qué pasa? —Le pregunté.
— ¿Me voy a tener que hacer fotos? —Preguntó, como si la idea le horrorizara.
— Claro que sí.
— Odio las fotos.
— Lo sé. —Dije soltando una carcajada.
— Dime al menos de qué color es tu vestido. —Dijo cambiando de tema.
— Sorpresa. —Contesté.
— Vamos Emma...
— No no. Ya lo verás.
El viaje pasó deprisa, y cuando quisimos darnos cuenta, ya habíamos llegado a la residencia.
— Debería subir a por mí pase.
— Yo tengo uno de sobra. —Me dijo Erick.
— No te preocupes. —Dije soltándole la mano que tenía cogida cuando llegamos a la puerta de mi edificio. —Las chicas están arriba así que aprovecho y ya me bajo con ellas.
— Está bien. —Dijo sonriendo. —Estaremos en la mesa de siempre.
— Vale. —Me acerqué a él y le dejé un pequeño beso sobre los labios.
— Hasta ahora, amor.
En cuanto llegué al pasillo, Gress estaba sentado en el suelo, delante de nuestra puerta.
— ¿Qué haces ahí? —Le pregunté riendo.
— Tu amiga me tiene frito.
— ¿Está histérica, ¿verdad? —Le pregunté, sabiendo que Morgan se ponía de los nervios con este tipo de cosas.
— Si.
— Si quieres, puedes irte con Erick. —Dije sonriendo. —Ya debe haber llegado al comedor.
— ¿Pero y Morgan? —Me dijo levantándose.
— No te preocupes, yo me encargo.
— Gracias. —Dijo Gress abrazándome y yéndose hacia el ascensor.
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Quererte sin querer
RomanceEmma, soñaba con un amor de libros, donde la protagonista lo daba todo por el chico del que estaba enamorada. Pero se dio cuenta que en la realidad eso no existía, que no eran más que cuentos, que se le contaban a los niños para hacerles creer que e...