CAPÍTULO 52

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La persona correcta en el momento equivocado.

Erick Reed

— No es verdad.... —Me dijo Emma, con los ojos llorosos, a la vez que yo entraba a la habitación.

— ¿Qué pasa? —Pregunté acercándome a ella preocupado, y poniendo mi mano en su hombro, haciendo que se apartara rápidamente.

— ¿Qué pasa? —repitió soltando una carcajada en tono irónico. —¿Te vas a vivir a San Francisco y no me dices una mierda?

— Yo... No quería...Lo siento. —Me limité a decir finalmente.

— No puedes hacer esto, no tienes el derecho a ocultarme algo así, no puedes irte.

— Déjame explicártelo.

— ¿Ahora? ¿Después de haberme enterado por un mensaje? —Dijo. —¿Desde cuándo lo sabes?

— Hace semanas. —dije en voz baja.

— ¿Y qué me lo ibas a decir, cuando estuvieras cogiendo el puto avión?

— Emma.... soy el primero al que esto no le gusta nada, pero al contarle a mi padre lo de Pol, y pedirle ayuda, tuvo sus consecuencias.

— ¿Lo de Pol?

— Con la ayuda de tu padre, al final lo hemos llevado a juicio.

— Joder Erick... —dijo sentándose en el borde de la cama y pasándose las manos por la cara, para secarse las lágrimas. —¿Y cuándo te vas?

— El domingo.

— Solo quedan tres días para eso. —Su voz empezaba a quebrarse y el labio le temblaba.

— Lo sé. —Dije con un nudo en la garganta.

— Si no me llego a enterar, ¿me lo habrías dicho?

El silencio se extendió en la habitación, entre nosotros. Y me di cuenta que ese silencio nos estaba separando cada vez más y más. No pude contestar.

— Te ibas a ir sin decir nada. —Dijo interpretando mí silencio.

— No podía hacerlo, no quería verte así.

— ¿Verme cómo?

— Rota. —Dije arrodillándome delante de ella y poniéndole las manos sobre las mejillas, que se habían cubierto de lágrimas. —Emma, los dos sabíamos que esto acabaría pasando. Siempre he sabido que estábamos hechos el uno para el otro, pero no es el mejor momento. Y tengo que dejarte ir a ti, y a mí.

— No pedo asimilar que esto sea real. —Dijo mientras las lágrimas ya caían con rapidez.

— Lo siento.

— ¿Lo crees así? —Me preguntó, ignorando lo que había dicho.

— ¿El qué?

— Lo de que, somos la persona correcta en el momento equivocado.

— Quizá. Aún nos queda mucho por aprender, y creo, por mucho que me duela admitirlo, si lo que sentimos es real, cuando un día nos volvamos a ver será cuestión de tiempo que estemos juntos. Si no, pues sabremos que lo nuestro fue algo fugaz pero bonito. —Dije.

Emma, se calló y no dijo nada, el silencio invadió de nuevo la habitación. Me levanté del suelo, fui hacia la cabecera de la cama y aparté las sabanas.

— Vamos Emma, vamos a dormir. —Dije acercándome a ella y cogiéndola de la mano.

Ella, pasó a un lado de la cama dejándome un hueco y se tapó, apagué la luz y me quedé bocarriba pensando en todo lo que había pasado.

— Erick. —Dijo Emma girándose hacia mí.

— Dime. —Dije girándome también.

— ¿Podemos dormir abrazados? —Dijo susurrando.

— Claro, ven aquí. —Estiré los brazos y la recosté sobre mí, le alcé la barbilla y gracias a la poca luz de la luna que entraba por la ventana, pude verle la cara. —Vamos a hacer que estos días sean los mejores.

— Vale. —Me acerqué y dejé un beso suave en sus labios.

— Te quiero amor. —Dije.

— Te quiero Erick. —Dijo.

 —Dijo

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Quererte sin quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora