CAPÍTULO 24

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Nada es lo que parece, ¿o si?.

Emma Walsh

Cuando me desperté, de lo que me había parecido la madrugada más larga de mi vida, vi a Morgan sentada en el sofá de lectura de mi habitación.

— Hola cielo. —Me dijo con una gran sonrisa al verme acercarme hacia ella. — ¿Cómo te encuentras?

— Como si me hubiera atropellado un tren.

— La resaca. —Dijo y se levantó a por una pastilla y un vaso de agua. —Toma.

— Gracias.

— Nada. —Dijo volviendo a mirar la revista que estaba leyendo. — ¿Qué tal anoche? —Me preguntó.

— ¿Enserio? —Dije preguntando y ella se encogió de hombros. —No sé si fue peor la parte en la que yo pegué a Ivy o cuando vi a Pol y Erick matándose el uno al otro.

— No hablaba de eso.

— ¿Entonces? —Pregunté sin entender nada.

— Digo con Erick.

— Ah, eso.

— O sea que si pasó algo. —Dijo girándose hacia mí y dejando la revista en la mesa.

— ¿Qué? ¡No!

— ¿Os besasteis? ¿O pasó algo más que un par de besos? —Dijo levantando y bajando las cejas.

Mi silencio, hizo que los ojos de Morgan se abrieran como platos.

— ¡Os besasteis! —Gritó.

— ¡No!

— Si lo hicisteis, mira tu cara. —Dijo riéndose.

— Que no Morgan.

— El día que admitas todas las cosas que te pasan con Erick... Serás más feliz.

— El día que tu admitas que sientes algo por Gress, también lo serás. —contraataqué con una sonrisa.

— Pero que dices... —Negó con la cabeza. —Yo no siento nada por él.

— Ya... Eso dices ahora Morgan, pero anoche lo mirabas como una depredadora buscando a su presa.

— ¡Emma! —Gritó y me tiró un cojín. —Siempre cambias de tema cuando no llevas razón.

— Lo mismo te digo. —Le dije y me fui hacia mi armario.

— ¿Dónde vas?

— Tengo cosas que hacer.

— ¿Cómo recuperar tu ropa interior? —Dijo sonriendo.

— ¿Cómo sabes eso?

— Emma, anoche nos lo contaste y además, llegaste con ropa que no era tuya.

— No es lo que parece. —Dije mientras sentía que mis mejillas se iban tiñendo de un rojo intenso.

— Te dejo que te vayas, pero no te librarás de mí tan fácilmente. —Me advirtió con una risa.

— No me cabe la menor duda. —Dije mientras me ponía unos vaqueros largos y una sudadera. —Adiós. —Le dije y me agaché a darle un beso en la frente. —Gracias por todo.

— Para esto estamos. —Dijo con una sonrisa radiante. —Y recuerda traerte la ropa interior puesta esta vez. —Gritó cuando ya estaba saliendo por la puerta.

Salí negando con la cabeza. No tardé más de unos minutos en bajar y salir por la puerta de recepción. Cuando iba casi llegando al edificio de los chicos, Rain y Hazel aparecieron en el camino.

Quererte sin quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora