CAPÍTULO ESPECIAL 2K

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Emma Walsh

— ¡Te he dicho que te calles!

— ¡Y yo, que te calles tú!

— Pero si eres tú el que siempre deja las cosas tiradas por el suelo.

— Mentira, esas zapatillas son las tuyas. Ponen tu nombre, Dylan.

— Ray, las has puesto ahí adrede.

Escuché la voz de mis hijos desde la otra punta de la casa, miré a Erick, que estaba sentado en el otro lado del sofá, con nuestra hija tumbada encima, para que subiera a ver qué pasaba.

— Yo estoy con la niña. —dijo señalando a la pequeña Blair. —Además, la última vez me tocó a mí.

Miré a Erick con mala cara y me levanté. Cuando pasé por su lado, me cogió de la mano y me acercó a él.

— Esta noche te lo compenso. —dijo sonriendo.

— Eres un pervertido. —dije sonriendo y dejándole un beso en los labios.

— Pero me amas.

— Te amo. —dije desde el pasillo.

Después de enterarnos de que estaba embarazada de los gemelos, lo primero que Erick y yo decidimos fue, que nos teníamos que mudar; y vimos bastantes casas. Hasta que Morgan, un día me dijo que un par de calles por debajo de su casa se vendía una. Erick y yo fuimos a verla, y a pesar de que no era para nada el estilo que estábamos buscando, nos enamoramos de ella al instante.

Subí las escaleras, y los quejidos cada vez se escuchaban más de cerca.

— ¿Sabes qué? —dijo Dylan. —Mejor vete.

— Vete tú, había llegado antes.

— ¿Se puede saber que os pasa? —pregunté parada en frente de la puerta del baño, haciendo que los gemelos se giraran. —Hace media hora que vuestro padre y yo esperamos a que acabéis.

— Es que Dylan no deja espacio para que me peine, y lo deja todo tirado por el suelo. —dijo Ray señalando el desastre que había en el suelo.

Miré el desastre que tenían como baño mis hijos; había toallas por el suelo, ropa, zapatos, y hasta un balón de fútbol... Dylan, era el más desordenado de los dos, desde pequeño siempre lo dejaba tirado todo en el suelo y era muy descuidado, en cambio Ray, era ordenadísimo y tenía mucho cuidado con sus cosas.

— Dylan, por favor... —dije cogiendo una camiseta que hacía dos días le había dicho que recogiera. —Tienes ya diez años... hay que aprender a recoger cuando te dicen las cosas. Que tu hermana, que tiene 3 años, no recoja es normal, porque es un bebe, pero tú...

— Perdón mamá. —dijo Dylan echándose la colonia que tenía en la mano, para luego coger la ropa que tenía por el suelo, y salir del baño.

— Y tú, Ray... Tienes que ser más paciente con tu hermano. —dije cogiendo el cepillo que tenía en la mano, y colocándome detrás de él para peinarle.

Indiscutiblemente, Dylan y Ray, se parecían mucho más a mí que a Erick, lo único que tenían de su padre eran los ojos; porque luego el pelo, nariz, orejas... eran un calco de mí. Al contrario, Blair era como Erick, rubia, sus misma nariz, sus ojos...

— Pero es que no hace las cosas como yo.

— No todos somos iguales, Ray. —dije colocándole bien la sudadera por detrás y saliendo del baño con él.

— ¿Estáis listos? —gritó Erick desde abajo.

— Ya vamos cariño. —Contesté. —Venga vámonos, o tu tía Morgan se tirará de los pelos si llegamos tarde.

Quererte sin quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora