Mi chica sonrisa.
Erick Reed
Podía sentir el beso de Emma, entrar hasta lo más profundo y encender en mi algo que nunca había sentido.
Iba a acabar de quitarle todo, cuando me habló.
— Erick... —Dijo cogiendo aire.
— ¿Voy muy deprisa?
— No, no es eso. —Dijo rodeándome con sus brazos por el cuello mientras yo apoyaba mis manos a cada lado de su cabeza.
— ¿Entonces? —Pregunté y le acaricié la mejilla.
— Soy virgen. —Me dijo Emma avergonzada y con las mejillas sonrojadas.
— No sabes lo que me alegra oírte decir eso. —Dije con una sonrisa pícara en la cara. —Al final va ser verdad lo que te dije anoche de que iba a ser el primero.
— Cállate. —Sonrió y me empujo dejándome caer a su lado. Por lo que aprovechó y se subió encima de mí.
— ¿No es muy injusto que yo esté así? —Se señaló. —Y tú aun lleves esos ridículos pantalones puestos.
— Quítamelos. —la reté, y levanté una ceja.
Emma se quitó de encima quedándose a un lado sentada, entonces su mano bajó hasta la cremallera de mi pantalón, y después de quitar el botón, la bajó. Se bajó de la cama y se dirigió hasta los pies de esta, ya allí cogió el borde de mis pantalones y tiró de ellos hacia abajo dejándome en calzoncillos. Para luego volver a donde estaba sentada.
Se tumbó encima y volvimos a besarnos, Emma se movía rozando nuestros cuerpos casi desnudos. Su lengua y la mía se rozaban, también, cada vez con más necesidad y deseo. Su mano bajó poco a poco desde mi abdomen hasta mi evidente erección.
— Dios mío Emma... —Solté en un gemido. —Si sigues haciendo eso...
Emma acercó sus labios a mi mandíbula y empezó a besarla, chuparla y dejar pequeños mordiscos en ella, mientras su mano me seguía tocando por encima de la ropa interior. Mi cuerpo no podía más, así que levanté a Emma de encima de mí y me puse sobre ella.
Bajé hasta sus piernas y le quité las bragas casi de un tirón, me agaché y empecé lo que había acabado en mi casa hace unas pocas horas... Era tan jodidamente sexy.
Emma acabó parándome, se giró sobre si, quitándome de encima, y fue a su bolso que estaba en suelo de la habitación tirado y cogió algo de él. Cuando volvió a la cama, se sentó a mi lado, me cogió de la mano y me dio lo que había cogido.
— Emma. —Dije mirando el condón que había puesto en mi mano. —Esto no tiene por qué pasar, puedo esperar.
— Erick, no sé cómo más demostrarte que quiero sentirte dentro de mí ya, en todos los sentidos posibles.
No dije más después de esa frase, me quité lo que me quedaba de ropa, abrí el condón y me lo coloqué.
Miré a Emma y ella me sonrió.
La tumbé de nuevo en la cama y le abrí las piernas lo suficiente como para poder entrar en ella. Fui poco a poco para que se fuera acostumbrado al dolor. Una vez nuestros cuerpos estaban juntos, empecé a moverme un poco. Emma soltó un pequeño quejido de dolor y paré automáticamente por miedo a hacerle daño.
— Es normal. —Me agaché y puse mis labios sobre ella. —Paro si quieres, esto solo lo quiero hacer si los dos lo disfrutamos.
— No, sigue.
Empecé de nuevo, con un ritmo suave, acariciando sus caderas, cintura, sus pechos... Cuando vi que ya empezaba a disfrutar empecé a subir el ritmo. Varios jadeos empezaron a salir de Emma, haciéndome aumentar el ritmo. Me aferré a su cintura atrayéndola más hacia mí.
Las cosas que estaba sintiendo, estaban siendo superiores a cualquier cosa. Emma me hacía explotar en cuestión de segundos. Nunca pensaba que podría llegar a sentir algo así por alguien. Sentirnos a los dos en uno era lo más especial que había vivido desde que la conocía.
Aumenté el ritmo cuando empecé a sentir una ola de placer aproximarse, hasta que los dos llegamos al orgasmo, y me dejé caer poco a poco encima de ella.
— Dios mío. —Dijo quitándose los rizos que tenía sueltos por la cara para luego mirarme. —Esto ha sido...
— Una puta maravilla. —Acabé de decir, sonriendo, y salí de ella.
— Oh Dios mío Erick. —Dijo mirando las sabanas, avergonzada. —Están manchadas de sangre.
— Ehhhh. —Dije y le levanté la cabeza cogiéndola de la mandíbula. —Solo son sábanas.
— Ya, pero...
— Da igual. —Dije sonriendo, y la cogí en brazos.
— ¿Qué haces? —Sonrió y me dejó un beso en la punta de la nariz.
— Vamos a ducharnos.
La dejé sentada sobre la encimera del lavabo y me fui a abrir el grifo de la ducha. Cuando el agua estaba caliente, entré y le extendí la mano para que pasara conmigo.
— ¿Qué te ha parecido? —Le pregunté mientras el agua empezaba a caer sobre los dos.
— Ha sido increíble, Erick. —Dijo y la pegué a la pared dejándola acorralada entre mis brazos.
— No sabes lo que me gusta oírte decir eso. —Me incliné hacia ella y la besé.
— Me has hecho sentir cosas que no sabía que se podían sentir.
— Aún quiero hacerte sentir más cosas. —Dije cogiéndola en brazos haciendo que me rodeara con sus piernas.
— ¿Quién te ha dicho que no puedas? —Contestó y me sonrió.
La forma en la que sonrió, hizo que una felicidad inmensa estallara en mi interior, ya que mi propósito no solo era hacerla disfrutar como lo había hecho, si no hacerla feliz. Cogí a Emma de las mejillas y la besé con todo el amor que sentía hacia ella, con todo ese deseo, sentimiento, adoración... Ella se separó y me miró.
— Te quiero Erick.
— Te quiero Emma. —Respondí.
Volví a besarla con esa misma fuerza que antes, recorriendo con mis manos todas las partes de su cuerpo, ese cuerpo que me volvía loco. Porque Emma era la chica a la que siempre había estado esperando. Y lo sabía desde la primera vez que me sonrió, al fin y al cabo, era mi chica sonrisa.
Hasta la próximaaaaaa ✨❤
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Quererte sin querer
RomanceEmma, soñaba con un amor de libros, donde la protagonista lo daba todo por el chico del que estaba enamorada. Pero se dio cuenta que en la realidad eso no existía, que no eran más que cuentos, que se le contaban a los niños para hacerles creer que e...