CAPÍTULO 10

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Una hamburguesa lo arregla todo.

Erick Reed

Mierda, todo me daba vueltas y no sabía dónde estaba.

— ¿Hola? —pregunté en voz alta.

Mary se asomó por la puerta.

— Erick, menos mal que ya te has levantado, estarás hambriento.

— ¿Qué hora es?

— Son las cinco y media de la tarde

— Vale. —me incorporé en la cama algo desubicado. — ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?

— Desde las seis y media de la mañana.

— Yo... lo siento mucho Mary. Me avergüenzo mucho de que me vieras ayer así.

— No te preocupes, aunque yo sí que lo siento.

— ¿Por qué?

— Tuve que hablar con alguien. —yo suspiré y me tapé la cara con las manos. —pero no te preocupes, es alguien de fiar. —dijo saliendo de la habitación.

Escuché como volvía a cerrar la puerta y susurraba con alguien.

— Hey tío —dijo Gress asomándose. — ¿puedo pasar?

— Claro.

— ¿Cómo te encuentras? Me ha dicho Mary que esta mañana no estabas muy bien.

— La verdad es que ahora solo me apetece subir a mi habitación y darme una buena ducha.

— ¿Quieres que te acompañe? Creo que estás un poco débil.

— ¿Por qué lo dices?

— Digamos que estás entre un color amarillento y blanquecino raro.

— Joder.

Gres me devolvió una sonrisa, y después salimos de allí. Aproveché para pedir perdón de nuevo a Mary por todo lo que había visto, prometiendo que no volvería a ocurrir y agradeciéndole todo lo que había hecho por mí.

Hasta que no llegamos a la habitación, Gress no dijo nada, simplemente se limitó a sujetarme cuando perdía el equilibrio. Me cogió por debajo del brazo y tiró de mí por el pasillo.

— Gracias por acompañarme. —dije entrando a la habitación.

— Erick, me voy a quedar aquí hasta que salgas de la ducha.

— No hace falta.

— ¿Y si te matas y te abres la cabeza y mueres agonizando?

— ¿Nunca nadie te ha dicho que eres muy exagerado?

— Siempre, pero es que me da igual lo que me digas porque me voy a quedar. Así que ya estás tardando en irte a quitarte esa mierda que llevas encima.

— Sí papá. —bromeé.

Gress se quedó tumbado en mi cama desecha, eso hizo que mi mente recordara anoche, en como Emma estaba tumbada allí y yo me fui sin ni si quiera dejarle una nota o un mensaje.

Era un imbécil.

No tardé mucho en ducharme. Cuando salí del baño, Gress seguía ahí e insistió en que debería comer algo. Como el comedor estaba cerrado, llamó para que me trajeran algo para comer.

No tardó mucho en llegar mi hamburguesa.

— Sé que a lo mejor no quieres hablar de ello, ¿Pero ¿qué te pasó anoche?

Quererte sin quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora