Una hamburguesa lo arregla todo.
Erick Reed
Mierda, todo me daba vueltas y no sabía dónde estaba.
— ¿Hola? —pregunté en voz alta.
Mary se asomó por la puerta.
— Erick, menos mal que ya te has levantado, estarás hambriento.
— ¿Qué hora es?
— Son las cinco y media de la tarde
— Vale. —me incorporé en la cama algo desubicado. — ¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?
— Desde las seis y media de la mañana.
— Yo... lo siento mucho Mary. Me avergüenzo mucho de que me vieras ayer así.
— No te preocupes, aunque yo sí que lo siento.
— ¿Por qué?
— Tuve que hablar con alguien. —yo suspiré y me tapé la cara con las manos. —pero no te preocupes, es alguien de fiar. —dijo saliendo de la habitación.
Escuché como volvía a cerrar la puerta y susurraba con alguien.
— Hey tío —dijo Gress asomándose. — ¿puedo pasar?
— Claro.
— ¿Cómo te encuentras? Me ha dicho Mary que esta mañana no estabas muy bien.
— La verdad es que ahora solo me apetece subir a mi habitación y darme una buena ducha.
— ¿Quieres que te acompañe? Creo que estás un poco débil.
— ¿Por qué lo dices?
— Digamos que estás entre un color amarillento y blanquecino raro.
— Joder.
Gres me devolvió una sonrisa, y después salimos de allí. Aproveché para pedir perdón de nuevo a Mary por todo lo que había visto, prometiendo que no volvería a ocurrir y agradeciéndole todo lo que había hecho por mí.
Hasta que no llegamos a la habitación, Gress no dijo nada, simplemente se limitó a sujetarme cuando perdía el equilibrio. Me cogió por debajo del brazo y tiró de mí por el pasillo.
— Gracias por acompañarme. —dije entrando a la habitación.
— Erick, me voy a quedar aquí hasta que salgas de la ducha.
— No hace falta.
— ¿Y si te matas y te abres la cabeza y mueres agonizando?
— ¿Nunca nadie te ha dicho que eres muy exagerado?
— Siempre, pero es que me da igual lo que me digas porque me voy a quedar. Así que ya estás tardando en irte a quitarte esa mierda que llevas encima.
— Sí papá. —bromeé.
Gress se quedó tumbado en mi cama desecha, eso hizo que mi mente recordara anoche, en como Emma estaba tumbada allí y yo me fui sin ni si quiera dejarle una nota o un mensaje.
Era un imbécil.
No tardé mucho en ducharme. Cuando salí del baño, Gress seguía ahí e insistió en que debería comer algo. Como el comedor estaba cerrado, llamó para que me trajeran algo para comer.
No tardó mucho en llegar mi hamburguesa.
— Sé que a lo mejor no quieres hablar de ello, ¿Pero ¿qué te pasó anoche?
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Quererte sin querer
RomanceEmma, soñaba con un amor de libros, donde la protagonista lo daba todo por el chico del que estaba enamorada. Pero se dio cuenta que en la realidad eso no existía, que no eran más que cuentos, que se le contaban a los niños para hacerles creer que e...