Quererte queriendo.
Erick Reed
No sé cuánto llevaba durmiendo, cuando el teléfono empezó a sonar.
— Emma, el teléfono. —Estiré mi brazo hacia donde debía estar, pero no había nadie.
Desconcertado, encendí la luz de la habitación, y efectivamente, allí no había nadie. Cogí el teléfono de la mesilla y me lo llevé a la oreja.
— ¿Sí?
— Hola hijo. —Dijo mi madre al otro lado del teléfono. —¿Te pillo cenando?
— ¿Cenando? ¿Qué hora es?
— Las nueve y media de la noche.
— Joder... —Me pasé la mano libre por la cara y me levanté de la cama.
— ¿Estabas durmiendo?
— Si, ayer fue el baile, y eran las siete cuando nos acostamos.
— Dime que al menos tienes todo recogido.
— Si, lo dejé todo preparado, solo tengo que cerrar la maleta.
— ¿Cómo estás?
— Pues en la mierda mamá. —Levanté las persianas y la luna ya estaba asomando en el cielo.
— Bueno, tu cena, y acuéstate. Que mañana el viaje es largo y luego con el jet lag te va a costar dormir, así que aprovecha.
— Está bien.
— Mañana tu hermano va a por ti.
— No hace falta, los chicos han insistido en acompañarme.
— Está bien, dale un beso a Emma de mi parte.
— Adiós.
Colgué el teléfono y marqué el número de Emma.
Un tono.
Dos tonos.
Tres tonos.
Cuatro tonos.
Silencio.
Su teléfono marcaba como si estuviera apagado, así que me puse una camiseta y unos pantalones, y salí de la habitación. Toqué a la puerta de los chicos y Gress me abrió.
— Madre mía, que cara llevas. —Me dijo sonriendo y dándome una palmada en la espalda cuando entré a la habitación. —¿Te acabas de despertar?
— Si, ¿habéis visto a Emma salir de mi habitación?
— Que va tío. —Me contestó Gress.
— ¿Y vosotros? —Les pregunté a Jason y Peter que estaban despiertos.
— No. —Dijo Peter.
— Yo me he levantado a mear a eso de las dos del medio día y he escuchado salir a alguien de una habitación, pero no tenía poque ser Emma.
— Joder... —Dije sentándome en la cama de Jason y pasándome las manos por la cabeza.
— ¿Estás bien? —Me preguntó Gress.
— No.
— Va tío no te rayes, que seguro que sabemos dónde está.
— Gress, ya la he llamado y su teléfono marca que está apagado. Y necesito verla antes de irme.
— ¿Has llamado a las chicas?
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Quererte sin querer
RomanceEmma, soñaba con un amor de libros, donde la protagonista lo daba todo por el chico del que estaba enamorada. Pero se dio cuenta que en la realidad eso no existía, que no eran más que cuentos, que se le contaban a los niños para hacerles creer que e...