CAPÍTULO 23

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Un  principio de cumpleaños no tan feliz.

Erick Reed

— Ella no ha hecho nada. —dije por quinta vez. — ¿Por qué tiene que estar aquí?

— Señor Reed, si no se calla voy a tener que sancionarle. —dijo el guarda del edificio señalándome amenazantemente.

— Ya lo vais a hacer, así que qué más me da.

— Erick. —dijo Emma que estaba sentada en la silla de mi derecha, poniendo su mano en mi pierna. —No pasa nada.

— Si pasa, joder. —dije levantándome de la silla a pesar del dolor que tenía en el hombro derecho.

— Señor Reed...

— Déjalo Stevens. —dijo Mary que acababa de llegar a recepción. —Ya me encargo yo, tu turno ya ha acabado.

— Adiós. —dijo y se fue.

— ¿¡Alguno me puede decir por qué me han llamado diciendo que había dos personas pegándose en los pasillos, a las cinco de la mañana!? —cuando Mary nos preguntó eso, nadie dijo nada. — ¿Pol? ¿Erick? ¿Emma?

— Verás... —dijo Emma.

— He provocado a Pol. —mentí interrumpiendo a Emma y haciendo que los tres me miraran con el ceño fruncido.

— Eso no es cierto. —me contestó Emma.

— Lo es. —dije.

— ¿Pol? —preguntó Mary.

— Me provocó. —afirmó como supuse que haría, haciendo que Emma soltara una risa irónica a mi lado.

Estoy muy decepcionada chicos. —dijo y fue a por dos folios. —En cuanto a ti Emma, me temo que tendrás que llevarte un castigo por estar donde no debes, ya sabes lo que dicen las normas: Queda determinadamente prohibido estar en la habitación del edificio de sexo contrario más tarde de las dos de la madrugada, si no tienes pases de permiso.

— Está bien. —dijo Emma.

— No lo está. —dije echando la cabeza hacia atrás y metiéndome las manos en el pelo, agobiado por la situación. —Ella no ha hecho nada.

— Erick, las reglas son las reglas antes de que tú llegaras y lo seguirán siendo. —dijo Pol.

— Es tu novia, tío. —le dije con cara de asco. —Deberías ser tú el que intenta sacarla del problema.

— Es que si no estaba donde debía, tiene su castigo. —contestó y se encogió de hombros.

— ¿Sabes? Eres de lo peor que conozco, personas como tu —dije y le señalé. —Sobran en el mundo.

— Erick Reed, ya basta —dijo Mary. —Emma, aquí tienes tu castigo, ahora márchate para que yo solucione esto.

Emma se levantó de la silla, miró a Pol y no hizo ni dijo nada, luego me miró a mí y gesticuló un lo siento con los labios, a lo que yo le contesté con una negación, dándole a entender que eso no era su culpa.

— En cuanto a vosotros dos. —dijo Mary cuando Emma ya se había ido. —Me temo que vuestro castigo no será tan afable como recoger las basuras de los pasillos durante tres días. Os voy a tener que abrir una sanción. —dijo entregándonos a cada uno un papel. —Chicos, sabéis que os aprecio, pero lo que no voy a permitir es esta falta de respeto entre vosotros y mucho menos dentro de este edificio. Aunque, voy a dejar la sanción guardada y cuando lleguéis a tres sanciones, quedaréis terminantemente expulsados de la residencia, si tenéis dos, tendréis que hacer varios servicios para eliminarla y si solo tenéis una, lo único que se hará es llamar a casa para comentar lo sucedido. —dijo dando por zanjado el problema. —Ahora idos y limpiaros un poco. —nos dijo Mary al ver que estábamos algo ensangrentados, aunque la mayoría de sangre que tenía Pol era mía ya que en uno de los golpes que me dio, la nariz empezó a sangrarme mucho. —Aunque Pol, si no te importa me gustaría hablar contigo un segundo, porque creo que esta es tu segunda sanción. —le dijo a Pol y luego me miró. —Ya no te necesito Erick, puedes irte.

Quererte sin quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora